martes, 30 de agosto de 2011

LA MALDAD DEL HOMBRE

Raíz de todos los males es la INIQUIDAD que se hereda de nuestros ancestros; no así el pecado por tratarse de un acto voluntario que cometemos por la abundancia de maldad que hay en nuestro corazón y mente, y que decidimos nosotros libremente, bien por envidia, rencores, odios, egoísmo, y cientos de maldades que anidan en nuestro corazón.
      Cuando usted oiga decir que han hecho un santo, recuerde la Palabra de Dios que dice: Bueno no hay ni uno, y cuando Dios dice que no hay ni uno, hay que creerle; pues él no miente. ¿Cómo puedo yo decir que un hombre es bueno si yo carezco de capacidad para conocer todas mis maldades?
      ¿Quién de vosotros, que está leyendo esta cuartilla, no se avergonzaría si supiese el vecino, amigo, jefe de trabajo, sin mencionar a los políticos, religiosos, deportistas, etc. etc., lo que hemos hablado de ellos en reuniones, con otro vecino, en nuestra propia casa, padres con hijos e hijos con padres, sacando todas las miserias que los citados hombres y mujeres, sin darnos cuenta que nosotros estamos pringados de pies a cabeza y nos creemos casi perfectos, para colmo?. ¿No es cierto que no nos atreveríamos a salir de casa?
      ¿No nos daría vergüenza  ver el  hijo del vecino que lleva ocho años estudiando y no termina nunca la carrera? ¿Y esa joven que está tan gorda que da pena verla? Pensar que hablamos mal de todo el mundo y siempre la razón está de nuestra parte. ¡Faltaría más!
      Estamos obligados a vencer la iniquidad que es una raíz muy fuerte que se halla hasta en nuestras entrañas y nos destroza. Los niños formados en iniquidad traen “sordera espiritual”, vamos, que las palabras que se les diga sobre Cristo, les entra por un oído y les sale por el otro.
      Como remedio para librarnos de tanto mal como mora en nuestro corazón y mente, hay que entregarse a Cristo y él perdona todos nuestros pecados, si andamos en obediencia; pero para que en esta vida que disfrutamos y sufrimos aquí en la tierra, no nos vengan enfermedades y desgracias, hay que reconocer lo que somos y orar de todo corazón, pidiendo a Dios, en el nombre de Jesús, que nos perdone por todos los males hechos por nuestros antepasados, hasta la cuarta generación, como si fuésemos nosotros los que los hayamos cometido, diciendo: yo maté, robé, etc. Naturalmente que hay que mencionar todos cuantos pecados  conozcamos de nuestros ancestros;  pero añadiendo más, ya que la maldición de todo pecado recae sobre nosotros aquí en la tierra, aunque la salvación está asegurada por la misericordia de Cristo.
      Recordar que, el Padrenuestro, como oración dice: perdónanos, cuando podía decir: perdóname. Bien; pues sigue diciendo: así como “nosotros perdonamos”, etc. Dios no se equivoca, lo que quiere decir, que él nos manda orar y pedir perdón por todos los pecadores,  pues Dios ama todo lo que él creó y quiere que nos salvemos todos.
      En Levíticos 26:1 y 21, dice: No haréis para vosotros ídolos ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros a ella; porque yo soy Jehová vuestro Dios. Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados.
      Aunque por ignorancia,  la gente se toma a broma todos los mandatos y advertencias que Dios nos hace, hay que tener muy presente que nacemos con pecados heredados, que son enfermedades, como  abortos, porque han abortados mujeres de nuestros ancestros, sexo en abundancia, por la misma razón, crímenes, maldiciones, homosexuales, y todas las aberraciones que hoy y siempre existieron.
      Nos parece que los niños pequeños son auténticos ángeles. Bien es verdad que Cristro los salva a todos; pero no olvidemos que ya de muy pocos años son crueles para otros niños, y la palabra ¡no….! está siempre ahí en sus bocas, protestando, recordándonos la desobediencia con la que han nacido. La envidia también se manifiesta en todos los niños, y “seguimos” siendo envidiosos hasta la muerte.
       Demos gracias a Dios que Cristo siempre está dispuesto a recibirnos y salvarnos, si vamos a él con humildad pidiéndole perdón.
Respecto a la envidia, hay que tener  presente que para el ser humano  es peor que el cáncer y  el sida, ya que estas enfermedades solo matan el cuerpo; pero  puedes salvar el alma; mas con la envidia no, porque las enfermedades citadas son del cuerpo, y el cuerpo no tiene valor alguno, en el campo espiritual; mientras que la “envidia”  no está en los riñones o el hígado. La envidia está en el en el alma y no hay cirujano en la tierra que la pueda extirpar.
      ¡Por favor!, medita un poco, no es tan difícil. Mira lo que somos, de dónde venimos, a donde vamos.   Mira que hasta un pequeño pájaro es una obra maravillosa. Observa una planta, mira el mar y todos los tesoros que guarda, mira los pájaros volando en formación, como el mejor ejército; pero estos no hacen  instrucción, traen la lección aprendida. ¡Quién será el instructor? ¿En qué piensas? ¿Es posible salvarse sin entregarse al Salvador? ¡Naturalmente que no!
      Marcos 16:15-16. Y les dijo: Id por “todo” el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere será salvo; mas el que no creyere, será condenado. 
      Estas palabras de Jesús han sido burladas, ignoradas, modificadas, ya que Él dice: el que creyere y “fuere bautizado” será salvo; pero la Iglesia oficial no dice nada (ignora, oculta); pero hace lo que quiere y bautiza los niños a los ocho días de nacer. Jesús no dijo tal cosa. Primero creer, y luego confirmar esa  creencia bautizándote; pero lo que hacen es bautizar al recién nacido y decir: un católico más a la lista, como hacen los políticos: ¡un voto más!
      También dice el versículo 15: “predicar el Evangelio”; pero, ¿qué Evangelio se predica si todo está  ocultado? Jesús ordenó predicar su Evangelio, no mandó adorar santos y vírgenes. Jesús mandó predicar su Evangelio; pero no mando fundar una empresa para fabricar santos en serie. Jesús mandó predicar su Evangelio; pero jamás dijo que había un Purgatorio y que, pagando “misas” –los que pueden- ganarían el Cielo. Las palabras de Jesús son de autoridad, y él dice: El que no creyere en mí será condenado. (versículo 16)
      En Lucas 1:46 y 47 dice: Entonces María dijo: Engrandece “mi alma al Señor” (se refiere a su hijo Jesús); y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. (Para quien lo ignore, le diré que el Salvador es Jesús. No hay otro.)
     La Iglesia Católica dice que María fue virgen después del parto; pero la Biblia dice, en San Lucas 2:7: Y dio a luz su hijo PRIMOGÉNITO, y lo envolvió en pañales.
      En S. Mateo  13:55 dice: ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus “hermanos” Jacobo, Simón, José y Judas? (también tenía hermanas) ¿No están todos sus hermanos con nosotros? ¿De donde, pues, tiene éste todas estas cosas?
      En el Evangelio de S. Lucas 8:20 y 21. Y se le avisó diciendo: Tu Madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él entonces respondiendo,  les dijo: Mi Madre y mis “hermanos” son los que oyen la Palabra de Dios, y la hacen.
      Los Católicos se arrodillan ante el papa y le besan la mano. En HECHOS 10:25 y 26 dice: Cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle, y postrándose a sus pies, adoró. Más Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo mismo también soy hombre. ¿Cómo es posible que durante tantos años que existe la Iglesia Católica no hubo nadie que leyese estos versículos. Si los leyeron, ¿porqué los desprecian? Así, como éste ejemplo, podíamos poner muchos; pero para muestra…
      Romanos 7:14 al 21, Pablo escribe: Porque sabemos que la Ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco,  eso  hago. Y si lo que no quiero,  esto hago, apruebo que la Ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien mora en mí; pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
      Como habréis observado, esto parece un rompecabezas; pero para quien haya leído las escrituras resulta muy sencillo. Siempre venimos a parar a lo mismo. Hemos heredado el pecado y viviremos siempre siendo pecadores; pero los que hemos aceptado a Jesús, como nuestro único Salvador, estamos seguros de nuestra salvación, pues está la Biblia llena de versículos, que son promesas de Dios, que nos aseguran la salvación.
      Efectivamente, a Pablo le ocurría lo que nos pasa a todos los cristianos, pedimos a Dios que quite de nuestro corazón y mente todo lo malo; pero está así establecido por Dios y seguiremos criticando al hermano, al vecino, a los políticos, a todo lo que se nos ponga por delante. La crítica, los comentarios sin fundamento nos hacen mucho daño  y  estas palabras, ¡sin mala fe!, como decimos, son como una rueda que, cada vuelta que da,  va aumentando la velocidad y pilla todo lo que se le pone por delante.
       La “verdad  ó mentira”  que salió de nuestra boca,  que al principio era del tamaño de una mosca, termina por ser un elefante, porque nuestra maldad la va modificando, siempre hacia el mal.
      Esto es lo que pasa entre cristianos. A estos pecados que no quiero hacer; pero hago, aún pidiéndole al Señor de todo corazón que me cambie, ¿qué no harán los que no se han entregado a Cristo. No somos mejores los entregados a Cristo que los católicos Romanos; pero hay una gran diferencia. Nosotros, pecando; respetamos los mandatos de Cristo. ANDAMOS EN OBEDIENCIA. Yo doy las gracias a Jesús y al Espíritu Santo por el nuevo nacimiento, llamado también cambio de mente y corazón; pero un católico no puede tener ese cambio por desconocer las escrituras y seguir los mandatos de hombres tan pecadores como ellos. Cuando un cristiano se desliza obrando mal, el Espíritu Santo le avisa y de ésta forma nuestra conducta está en armonía con Dios y en nuestro corazón hay paz.
     Quien no acepta a Cristo como su único Salvador no puede recibir el Espíritu Santo.


Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

LAMENTOS

    Yo compadezco a los hombres

que viven sin ilusión,
porque es la peor razón
para lograr una meta;
no siendo que haya una treta,
guardada en el corazón.

   Las ilusiones son vanas
si aspiras solo a  fortuna;
porque sé, que más de una,
y me refiero a ilusiones,
que destrozó corazones
por no poner la “vacuna”.

    Para formar bien a un hombre
hay que empezar de pequeños,
porque los fuegos sin leños
poco calor  van a dar;
y entonces, el  amasar,
es de torpes y de necios.

   No hay buen pan sin levadura,
ni alumno, sin un maestro,
y sé bien porque digo esto;
ya que tengo muchos años,
y sufrí mil desengaños,
y aguantando malos gestos.

   Jamás te fíes de nadie,
para evitar sufrimientos;
que pueden ser escarmientos
que alteran la adrenalina,
que inflama, como bencina,
nuestros flacos sentimientos.

    Todos vivimos sedientos,
y Cristo es el Agua Viva,
que cura y sana la herida
y también quita la sed,
de todo el que no es soez
y aprecia lo que es la vida.
   
    Hay millones de sedientos
que ven el agua correr;
pero no pueden creer
que el agua que está corriendo,
los puede estar consumiendo;
porque no quita la sed.

  




LA MUERTE DE UN HOMBRE DE UN PAPA

      En estos días tan tristes
 puedes perder la razón,
por ver por televisión
donde llega el fanatismo,
que nos mete en el abismo,
sin remedio, ó solución.
Los amantes del poder,
ciegan, y no dejan ver.
    Según voy viendo canales,
el dolor me va en aumento,
y creerme, que no miento;
porque existe una  razón,
fruto de una bendición,
y no de envanecimiento,
que suele ser doloroso
como el azote del viento.
     ¡Que dolor ver gobernantes,
ajenos a religiones,
encontrarse en achuchones,
casi pisando  a la  gente,
al cobarde y al valiente,
que por querer figurar,
dicen que va a enterrar,
al hombre más eminente.
    ¡Que dolor y que tristeza
le damos todos a Cristo;
porque esto, no está bien visto.
¡No adorar a un pecador,
porque quien sufre el dolor
es el Señor Jesucristo,
que  llora, por lo que ha visto,
pues es una cosa extraña,
que a quien gozó de riquezas,
le alabemos sus “grandezas”.
    Nos dicen que sigue a Pedro;
más yo a Pedro conocí,
y por todo lo que oí,
era un hombre pescador,
pero vivió con honor,
dando su vida por Cristo,
que fue por quien él murió,
y eso debe estar bien visto.
    Pedro no vivió con lujos,
ni conoció  la abundancia,
ni viajó con arrogancia;
porque vivió en humildad,
que esa es la mayor Verdad
de quien quiere dar ejemplo,
dentro, y fuera del templo,
a toda la humanidad.
     ¡Que espectáculos se montan
para “coger más poder”,
siendo más humano ver,
que el buen seguidor de Cristo,
ha de salir del abismo
no con riquezas, con fe;
pero por lo que se ve,
hay quien no piensa lo mismo!
     Por qué, se pregunta el pueblo,
se amontonan las riquezas,
y los niños con flaquezas
van llorando  por caminos,
por causa de los cretinos
que han confundido la fe;
pues creen lo que se ve,
y al verse, ya no es  Divino.
     Estos días tan penosos
para el más Grande Señor,
sé que le causé dolor,
cuando he enciendo la tele.
¿Y por qué al Señor  le duele
esta  triste adoración?
¡Porque tiene un corazón;
pero el mundo le aborrece!
     Señor: Te quiero decir
desde mi triste atalaya,
que todo aquel que se vaya
corriendo detrás  del viento,
ha de sufrir el tormento,
de la Justicia  Divina;
porque así lo determina
tu Sabia y Santa Palabra;
que nos dice, que quien labra
ha de escoger la semilla.
     Ayer, cuando yo veía,
mi  ingrata  televisión,
no acepté la solución;
de “vender” hipocresía,
porque el mundo bien sabía
donde reina  la razón,
que lleva a la salvación
que Cristo nos ofrecía.
     Ayer, cuando yo veía
llantos por televisión,
no creí lo que allí había;
¿Era una falsa ilusión?
pues todo lo que veía,
no entra en mi corazón,
porque son almas vendidas,
solo por motivación.

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
                               

LA MUERTE

Si vas al tanatorio, por desgracia,
quizás te quedarás frustrado,
por ver al ser que más amabas
dentro de un ataúd, muy bien pintado.

 La marcha es triste y angustiosa,
si partimos sin rumbo conocido;
pues por falta de fe, te habrás perdido,
por mala información, no te has salvado.
.
Los que tenemos ya las sienes plateadas,
ó con mechones muy grises en la frente;
con tristezas, y fría luz en las miradas,
nos vamos extinguiendo lentamente.

¿No existen en tu vida desengaños,
que has podido evitar con armonía?
¿No sabes que sin Cristo, tu agonía,
te llevará a sufrir, por muchos años?

Los fracasos, las penas y alegrías,
los lamentos de la juventud perdida,
que se escapó, igual que un fugitivo;
dejando en nuestro corazón su herida.

Lamentarás el tiempo que has perdido,
esperando subir muchos peldaños,
llevando golpes y más golpes por la vida,
como un niño infeliz de pocos años.

Debemos meditar muy bien las cosas,
pensando en las Palabras verdaderas,
pues la ignorancia, nos pesa como losas,
que te atan a fracasos y a cadenas.

La vida, que Dios a me ha regalado,
debo de administrarla sabiamente,
pues sabiamente, a todos nos la ha dado,
no tratemos de imitar al insolente.

Solo una vez, pasamos por la tierra,
por lo tanto, debemos ser prudentes,
buscando siempre la paz, y jamás guerra,
que por matar, el hombre no es valiente.

Nuestra piel, con arrugas, más los huesos,
llevan dentro metida nuestra historia,
y una vez que nos llevan al sepulcro,
somos polvo, pero el alma, es fuerte y victoria.


Cecilio García Fernández

San Martín de Podes

LA OLIMPIADA

  Por una olimpiada más,
están los pueblos luchando;
más yo pregunto, ¿hasta cuándo
vamos tener que sufrir,
si es que se puede decir
todo lo que estoy pensando?
     
      Se compran embajadores,
igual que tú compras fruta,
y que nadie les discuta
porque venden el honor,
que es causa de gran dolor
por manejar la batuta.

      Va nuestra Reina volando,
a defender bien a España;
pero un príncipe, con saña
hace pregunta indiscreta:
¿Sigue matando la ETA?
¡y nadie defendió a España!

      Los Ingleses nos derrotan,
y siguen con el Peñón,
ha dicho un buen socarrón,
con sorna; mas se equivoca,
mas, para tapar su boca,
nos sobra con la razón.

      Enviamos  Socialistas,
unidos con Populares;
pero todos son iguales
y las luchas son internas,
escandalosas y eternas,
y amigos de las maldades.

      También fueron deportistas
que viven en la “miseria”,
y aquí, la cosa ya es seria;
porque abundan futbolistas
médicos y masajistas,
para hablar de cosas serias.

       Todo Madrid enmudece
y hasta lloran abundante;
por causa del mal talante
pues perdimos la partida,
que ya estaba “digerida,”
ahora no hay quien nos aguante.

      París se quedó sin almas,
se quedó como el desierto;
y esto que digo es bien cierto:
que el inglés nos derrotó;
pero alguno lo pagó
por que hoy han tocado a muerto.

      Los terroristas nos buscan
igual que a las alimañas;
y nos sacan las entrañas
con júbilo y gran placer;
porque nos quieren vencer,
usando sus malas mañas.

      Ellos por ser islamitas
mueren y se van al cielo;
les pasa igual que al Clero
cuando nuestra Inquisición,
que por creer en la Biblia,
te queman en un fogón.

     Estamos en guerras santas
entre varias religiones;
que caen en tentaciones
de vencer a su contrario,
luchando como un corsario,
por muy distintas razones.

     Cuando nos matan con bombas
por tener gran fanatismo,
caemos en el abismo
de no querer comprender,
que mueren por no comer,
abuelos, padres y niños.

     Cuando mueren dos personas
por una bomba enemiga,
el pueblo ya determina
que hay que matarlos a todos;
pero escondemos los lodos,
¡y eso sí que tienen miga!.

     Ya nos llaman “pueblos ricos”,
y el resto muere matando;
y Cristo dice: ¿hasta cuándo?
Más yo no tengo respuesta;
pero al gallo pendenciero,
debemos darle en la cresta.

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

LA RELIGIÓN, NO ES FE EN DIOS

Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.    -       San  Marcos,  7:6-8.

Para acudir a nuestro Dios, ¿es necesario renunciar a nuestra personalidad y ser completamente absorbidos por una forma de religión o por una secta?
      Jesucristo mismo se pronunció enérgicamente contra las formas, costumbres y tradiciones, reprochando a los dirigentes religiosos de su tiempo, como pasa con los actuales, que la gente se acercara a Dios; pero algún día tendrán que rendir cuentas al Dios Supremo.
      Los responsables de que los hombres y mujeres se vean en la necesidad de tener que persignarse, arrodillarse, sentarse, levantarse, y otros ritos, que anulan la personalidad del creyente, cuando él, - Cristo -, fue quien creó a los seres humanos con capacidades y sensaciones  tan diferentes los unos de los otros, tal como somos, por su voluntad.
      Cada ser humano, con las características que Dios le ha dado, debe de buscar a Dios de acuerdo con su forma de ser, sus sentimientos, su espiritualidad, tal como nos ocurre cuando escuchamos una obra musical o nos vemos ante una obra de arte.
      Para buscar a Dios también lo hacemos con nuestros medios, que Dios nos ha dado, como son la humildad, fe, obediencia y mansedumbre, entre otras virtudes. No valen normas establecidas para buscar a Dios.
       Lo que más le agrada a Dios de los hombres, es que le adoremos, alabemos, que nos rindamos a él; luego que tratemos a nuestros semejantes, como nos gustaría que nos trataran a nosotros; pero lo primero y más importante es reconocer a Jesús como el único Salvador e  intermediario, entre Dios y los hombre.
       Para que se puedan cumplir éstos deseos del Señor, hay que leer mucho su Palabra y orar, que es hablar con nuestro Padre. No hay otra forma de poder llegar al Padre si no es por medio del Hijo. Así está establecido por Dios, y no importa que hombres, como tu y yo pretendan anular su Palabra, sustituyéndola  por la de ellos, pecadores como todos nosotros.
      Un creyente tiene la misma libertad de expresarse ante Dios que un obispo, con la diferencia de que el obispo está apartado de Dios por no respetar su Santa Palabra y poner su fe en imágenes.
       ¿Qué le importa al Señor que un creyente sepa mucha filosofía, latín o cualquier otra asignatura? ¿Le importará algo al Señor si nuestra capa es de lana, lino, ó si va bordada de  plata ú oro? ¿Queremos impresionar a Dios con nuestras vestiduras? Dios ya dictó sus mandatos, ahora obedezcámoslos. Ahora nos toca a todos leer las Escrituras e interpretarlas, con el poder del Espíritu Santo; pero, ¿quién tiene ese poder? Lo tienen solamente los que se han entregado a Cristo; pero no lo tienen los que adoran imágenes., que es idolatría.
       ¿Son duras éstas verdades? Naturalmente que sí; pero tengo la Palabra de Dios a mi alcance y con ella puedo responder. ¡Seamos humildes y mansos como él, dijo Jesús!
       Ayer vi por la televisión un grupo de jóvenes que iban a entregar su renuncia como católicos. Iban con un buen cargamento de papel para formular su renuncia, y les sobra razón ya que, yo que renuncio a toda religión ó secta, que para el caso es lo mismo, y me siento estafado, engañado y burlado, por figurar en los libros de la parroquia como católico, cuando yo soy un ser humano que creo y acepto a Jesús como mi Salvador. Creo en el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo lo demás me sobra. Las religiones ya vemos lo que dieron y lo que dan.
     
      Las formas religiosas casi siempre están ligadas a la muerte espiritual; pero la fe en Jesucristo es la liberación y la verdadera vida que se nos ofrece gratuitamente y que fue comprada por la Sangre de Cristo en la Cruz.
      La fe no consiste en ser un ingenuo o credulidad ciega. Se trata simplemente de aceptar o negar, el mensaje de las Escrituras, porque el creyente cree, y acepta el mensaje que le proporcionan las Escrituras, porque reconocemos que Dios habla a través de ellas.
      La verdadera fe no tiene nada que ver con la superstición, el fanatismo o la inmoderada exaltación de las emociones. Es un acto de obediencia a Dios, la convicción de que Dios siempre tiene la razón, y que debemos de actuar de acuerdo con sus enseñanzas y mandatos.
      Lo mismo que Satanás tiene poder para tentarnos, Dios obra con su poder para dirigirnos, aconsejarnos y mostrarnos su voluntad; pero de tal manera nos ha creado libres, que podemos rechazar los sabios consejos que Dios nos da.
      Las tentaciones de Satanás resultan muy difíciles de rechazar, debido a que él siempre nos ataca en nuestros puntos más flacos. ¡Qué te gustan las mujeres! Bueno, pues ya el enemigo se encargará de enviarte una. Luego librarse de tales tentaciones es muy difícil. Cuando viene la primera tentación a nuestra mente, ya sabemos que tiene malas consecuencias y que las hay que pagar; pues ahí, en ese momento crucial, es cuando hay que rechazar tal oferta; pero si la fe está puesta en un dios falso, el resultado es nulo. Caemos como lo que somos; pero si la fe está depositada en Jesús, nuestra mente se fortalece y sus palabras llegan a nosotros con poder y autoridad, rechazando todo tipo de ofertas peligrosas.
      Cuando vemos una familia, barrio, pueblo, nación ó continente, metido en guerras, del tipo que sean, ya estamos seguros de las creencias de tal familia, pueblo o nación. Todas las contiendas se arman por odios, envidias, orgullos, egoísmos y otros muchos problemas impropios de un cristiano. En la mente de un auténtico cristiano no tiene cabida tanta basura como hay en éste mundo. Todos conocemos en nuestros pueblos el nombre de las personas buenas y malas, eso mirando con nuestros ojos deformados por nuestro pecado, que si viéramos con los ojos de Dios, nos asustaríamos.
      La fe nos exige más que la música, el cante, deportes ó cualquier otra rama del saber, ya que la fe es la esencia de nuestra vida, de ella dependen todas las cosas. Ver las horas que un buen músico dedica a la música, ensayando día tras día, para poder dar correctamente todas las notas.
      La Palabra de Dios es difícil de cumplir; pero si no la conocemos es imposible que podamos dar una nota bien.  Hay que estudiar la Palabra, conocerla bien, saber interpretarla y luego ponerla en marcha, para obrar como Dios nos manda. El poner cara de místico, de humildad fingida y éstas cosas propias de las religiones no sirven ni para engañar al sacristán del pueblo.       Yo he sido sacristán, y cuando veía alguna “Señora” acercarse al altar para recibir el pan, con cara de misterio, yo decía para mi interior, ¡anda que te conozco!. Pero para no mentir, también debo de decir que muchas personas no hacían teatro y vivían los siete días de la semana como cristianas. De todo hay en la viña del Señor.
       Estos “chascarrillos” nos demuestran y enseñan que la palabra es muerta si no va acompañada de buenos actos. Dios está vivo y Jesús es Dios. Él obra en nuestra mente y corazón, y lo digo por experiencias vividas que son las que han fortalecido mi fe.
      La fe cristiana no se compone de dogmas, como la religión, se trata de una relación vital entre el hombre y su Creador. Es natural y justo que así sea. Ver como, la gran mayoría de los animales, nada más nacer, ya saben defenderse solos en la vida y jamás verán a sus padres. Conocen sus enemigos, sus alimentos, y ésta obra no  la podemos hacer los hombres; porque nosotros somos espíritu, tenemos conciencia y hasta el hombre solitario, apartado de todo ser viviente, tiene la necesidad de creer en algo.
       Ese hombre, el día que fallezca será juzgado no por lo que creyó, pues nadie le habló de Dios; pero la naturaleza ya le está diciendo que los árboles, las plantas, frutos de todo tipo, frío y calor, sol y sombra, hambre y sed, alegrías y penas son causas suficientes para saber que hay un Creador. Él está solo con su familia; pero sabe que hay algo que está oculto para él, por que él es espíritu como tú y yo.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

LA ROCA

Cristo es la Roca, que siempre está brotando,
Agua  de  Vida, con  abundante  amor.
Cristo es la Roca, que siempre está calmando,
Penas  y angustias que tiene el corazón.

Cristo es el barco, en  el cual yo  navego;
Cristo  es  la  Fuente  de    inspiración.
Cristo es el Viento, que aviva en mí Su fuego.
Cristo  es  Calmante, que alivia    dolor.

Cristo es la Luz, que alumbra mí camino.
Cristo es la Aroma que desprende la flor.
Cristo el Pan, y también es el Vino.
Cristo  es Maestro,  y Santo  Salvador.

Cristo es el Agua, del mar donde habitamos.
Cristo es la Estrella de un Santo amanecer.
Cristo es el Campo, donde cantan los grillos.
Cristo  es  el  Sabio, el  dueño del Poder

Cristo es el Verbo, y yo no me confundo.
Cristo es la Nieve del nuevo amanecer.
Cristo navega contra cualquier corriente.
Cristo es el Santo y Estrella de mÍ ser.

Cristo nos calma, en todos nuestros llantos.
Cristo me alivia,  en mi gran padecer.
Cristo es Pastor, que cuida sus rebaños.
Cristo  es  León  que  sabe  defender.

Cristo ha sufrido por todos mis pecados.
Cristo ha sufrido al verme padecer.
Cristo ha sufrido al verme sollozando.
Cristo es tan fuerte que no puede perder.

Cristo  es Cordero, y fue sacrificado.
Cristo ha  vencido  al  enemigo  infiel.
Cristo ha vencido, en vida, a la muerte.
Cristo ha salvado al hombre más infiel.

Cecilio García Fernández.
San Martín de Podes