martes, 31 de enero de 2012

Entre oraciones, o rezos, yo siempre a mi Dios pedía,
que me aclarara mis dudas, cuando no las entendía.
Le hice muchas preguntas, y a todas me respondía,
y esta costumbre tan buena, la hago todos los días.

Cuando aclaraba mis dudas, mi fervor siempre crecía
y era tan grande mi fe, que jamás me arrepentía.
Cuando le pedí  favores, cosa que no merecía,
él siempre me consolaba, con su sabia maestría.

El mundo importa muy poco, ya que todo es vanidad.
El mundo quiere “poder”. No le importa lo demás.
Tanto tienes, tanto vales; pero esa no es la verdad.
 Pregunto: ¿De dónde vienes? Y dime: ¿Adónde vas?

Tengo el Espíritu Santo, y no es una fantasía,
y hasta puedo demostrarlo sin ser ninguna osadía,
ya que Cristo no cambió, ni cambiará  ningún día.
Lo que Él promete lo da; es Dios de sabiduría.

Todo cuanto quiero hacer, lo consulto a mi Señor,
y además tengo respuesta. ¿Puede haber mayor honor?
No te sientas importante, te  lo  pido  por favor,
ya que solo somos barro; mas Cristo nos redimió.

¿Dónde tienes tú el poder, si te atreves a decirlo?
¡Mira que no somos nada!  No hace falta discutirlo.
Vivimos con ilusión; pero la ilusión  es vana.
Hoy te sientes muy feliz, y puedes partir mañana.

No pongas tu fe en los santos, obra de cualquier artista;
pues estás equivocado; Dios no precisa tallistas.
La “idolatría” es pecado; pero de mucha importancia.
Jamás confíes en hombres, porque nos sobra arrogancia.

Si conoces la Palabra, y andas de acuerdo con ella,
ya encontraste la Verdad; Satanás no te hará mella.
Pide perdón a Jesús, que tiene mucha clemencia.
Él jamás Te va a decir:  ¡Te pongo una penitencia!

 Salinas, 3 Junio 2.000
Cecilio García Fernández.


No hay comentarios:

Publicar un comentario