miércoles, 30 de mayo de 2012

VIAJEROS

 

Con nuestra  imaginación
recorremos todo el mundo
andamos por mil caminos
igual que los trotamundos.
En éste gran caminar,
por éstas tierras  benditas,
vemos  lo poco que somos
los que por ella marchitan.
La vida  resulta dura,
es lo mismo que un tormento,
y si el hombre no madura
solo  nos queda el lamento.
En este andar por el mundo
se ven miles de desgracias.
¡Poco se hace con sentido!
¡Lo que abundan  son falacias!
En éste mundo tirano
existe muy poco  amor,
tenemos poco de humildes
y abundancia de rencor.
Esta es la ley del más fuerte
lo digo con gran dolor;
 pues todos no tienen suerte
  y se oye un gran clamor
de que Dios, no hace justicia,
ó que nos abandonó.
Los  pobres niños padecen
y  viven  traumatizados,
porque los padres les dejan
a  todos  abandonados.
Hay  criaturas  de  Dios
viviendo  en alcantarillas
caminando  por  el  fango
que  les llega a las rodillas.
Todo el mundo, en un momento,
se  queda  petrificado;
pero rápido se olvida
y  todo  queda zanjado.
Claro, ¡como Dios no existe!
vamos  vivir a lo “grande”,
y  aquel que no lo resiste
incluso se muere de hambre.
La vida más se obscurece
y  el  tirano  se recrea.
El débil  ya  se  estremece
pues la cosa está muy fea.
Dios da fruto en abundancia,
 y eso lo  sabe  cualquiera;
¿pero  existe la justicia?.
¡La justicia es  la quimera!
Los hombres de corazón
quedan mudos y sombríos,
  meditando tristemente
por el árbol que ha caído.
¡La tarde se queda triste
y la noche siempre obscura!.
Para muchos no amanece
se  van a la sepultura.
Hay mucho árbol  caído
con  las raíces  ya  secas;
y hay quien  está estremecido
de los pies a la cabeza.
Mi clamor vuelve a  plañir
por esta espina clavada
que destroza el corazón
por ver que no somos nada.
¡Hay quien pudiera soñar
que a los pobres inocentes,
nadie  los  va  a  maltratar,
porque ahora somos decentes.
Pero la tarde es sombría
y  el  frío los va minando.
Los pobres siempre en el río
¡se mueren  titiritando!.
Hay que mundo más sombrío
que a  muchos está arruinando.
Cuando  vemos  injusticias
nos quedamos  muy sombríos,
ya que,  por las avaricias,
muchos andan corrompidos.
Si  el  corazón va plañir
por  esa espina clavada,
¡muchos ya quieren morir!.
¡Hoy  vivir,  no vale nada!.
Solo  nos  sostiene  Cristo
poniendo en Él la confianza.
De los hombres no te fíes,
todos son pura arrogancia.
Yo  estoy  soñando despierto
y  sigo con la esperanza
de que vamos hacia el Puerto
de nuestra Buena Esperanza.
Cristo nos lo prometió,
a todo el que en Él creyera,
siempre será bendecido,
y esta es la mejor carrera.
Debemos ser responsables
de  la  vida que llevamos,
y aunque no somos iguales,
saber que somos  hermanos.

Cecilio García Fernández.

COSAS QUE PASAN

Padre que das mil consejos,
Eres el más grande amigo,
Y se bien porque lo digo,
Ya que me sobra experiencia,
Y aunque sé poco de ciencia,
se calentarme a tu abrigo.

Yo jamás tuve otra escuela
Que la que hay en San Martín,
Lo digo sin ningún fin;
O quizás con algo orgullo,
Pues no se oía un murmullo,
Del grande y del rapacín. –asturiano-

En aquella Santa Escuela,
Que tanto nos enseño,
No es por que lo diga yo,
Pero he aprendido bastante,
Y ahora soy un currelante,
Tal como Dios me crió.

El amor y la esperanza,
Solo la puede dar Dios,
Si es que la puede dar vos,
Manifiéstelo al momento,
Y no me hables de conventos,
Aunque recen mucho a Dios.

Todos los conventos tienen
Túneles y escalinatas,
Que comunican muy bien
Con una iglesia inmediata,
Construida por obreros,
Con mano de obra barata.

Los hombres somos ingratos,
Y las mujeres también,
Porque lo malo, no es bien,
Lo digo por experiencia,
Y no por sabiduría;
Que es la madre de la ciencia.

Quien anda con religiones,
Va por caminos torcidos,
Anda apartado de Cristo,
De Dios, y de los vecinos.

Salinas, 20/02/2012
Cecilio García Fernández
REUNIÓN DE SENTIMIENTOS

Los sentimientos nos fluyen;
¿Quién los puede controlar?
Solo Dios puede ayudar,
si le damos el permiso;
Por eso él nos da su aviso,
Para poder enmendar.

Pereza, o aburrimiento,
Virtudes de Satanás,
Que si las  tienes, las das;
Por eso sufren las gentes,
Pues no somos consecuentes
Somos, “un Santo Tomás”.

Creemos, lo que conviene,
Siempre con nuestro egoísmo;
Pero ser fiel, no es lo mismo
Que andar en desobediencia;
Con poco amor y clemencia
Y exceso de fanatismo.

La soberbia nos ataca,
Otro “don” de Satanás,
¡Otro regalito más!
Y se suman las maldades,
Aunque no todas iguales;
¡Mira siempre a donde vas!

Mentimos, sin darnos cuenta,
Por ser poco lo que oramos,
Imitemos los gusanos,
Esos que fabrican seda,
Pues quien lucha no se queda
Sin alimento en sus manos.

Tengamos siempre presente
Que nuestro Dios nos escucha,
Y si nuestra fe es mucha,
Tendremos la recompensa
Y llena nuestra despensa,
Pues su Palabra es muy ducha.

Que no nos entre la angustia,
Otra artimaña del Diablo,
Por ser un mal y un engaño
Que ha sembrado por el mundo,
Clamemos en lo profundo
De nuestra alma, todo el año.

¡Que la envidia no me toque!
¡Que el rencor, ni se me acerque!
¡Que el orgullo quede inerte!
¡Que la vanidad se esfume!
¡Que Dios me de su perfume,
Antes que llegue la muerte!

Te imploro perdón Señor,
Nadie es libre del pecado,
Sé que por Ti soy amado.
¿Qué más puedo desear?
Que jamás deje de amar
A todo lo que has creado.

Veo pájaros que vuelan
Con tal pericia y destreza,
Que yo inclino mi cabeza
Ante nuestro Creador,
¡Adórenlo  por favor!
No hacerlo es una flaqueza.

Todos los hijos de Dios
Gozamos de gran poder;
Y él nos lo ha hecho saber
Por medio de su Palabra,
El hombre que jamás labra,
Nada puede recoger.

Si amas a Dios solamente,
Y no lo haces con tu hermano,
Mas tarde, o mas temprano,
Pagarás las consecuencias,
Pues no habrá benevolencias
Por obrar como un tirano.

Oremos unos por otros,
Oremos de corazón,
Oremos con ilusión,
Con toda la fe, en Cristo,
El por mí, hará lo mismo,
Su Verdad, es mi razón.

Cerremos las escotillas
Pues hay mucho temporal,
¡Que no exista una rendija
Por la que se filtra el mal!
Pide a Dios que te dirija
Tu vida no fue casual.


Cecilio García Fernández
Salinas, 16-3-08




 
VENCER O MORIR
     Siempre fastidia el agravio
si nos hablan con desprecio;
mas no le hagamos aprecio,
ya que es muy malo sufrir,
y aquel que te quiere herir
ya sabes que es un gran necio.

     Aprendamos para siempre
que la vida es una lucha,
y el ingrato que no escucha
es que no sabe escuchar,
porque solo “sabe” hablar;
por no ser persona ducha.

     La lucha es muy desigual,

pues el débil ofendido

solo dará un alarido
cuando se ve muy maltrecho;
más no des golpes de pecho
si no eres el ofendido.

     Sufre con resignación;
¡mira como sufrió Cristo!,
y aunque ha bajado al abismo
lo hizo por liberación,
y nos dio buena lección
para que aprendas lo mismo.

     En la lucha desigual
jamás te debes meter;
es preferible perder
que andar siempre en la batalla,
y aunque saltes bien la valla
es imposible vencer.

     ¿Se endurece el corazón?.
¿Tu corres peligro alguno?.
Preguntarte es oportuno;
pues bueno es para los dos
que adoremos solo a Dios;
pero a los hombres, ¡ni a uno!.

      Si la maldad nos domina,
es que estamos dominados;
más no estamos olvidados
por quien sostiene la vida,
que es quien jamás nos olvida,
ni estamos desamparados.

     Tenemos que ser prudentes
y aguantar todos los males,
ya sé que no son iguales;
pero yo siempre me fijo,
que al mal que yo más le exijo,
siempre son cosas banales.

     Para vencer un dolor
y que el dolor no te venza,
hay que emplear la paciencia,
y si hay que llorar, lloramos,
pues al fin somos humanos
y hay que andar en obediencia.

     Quien recibe un desengaño
por haber hecho un gran bien,
reclamará; ¿pero a quién?,
- me pregunto con frecuencia -
porque, ¿qué sabe la ciencia
dónde está mal o está el bien?.

     Desengaños son pesares;
mas también llegan consuelos-
lágrimas, risas, desvelos,
de un corazón afligido
que guarda todo en el nido,
imitando a los mochuelos.

     Las alegrías no engordan-
las penas nos adelgazan-
y a todo aquel que le abrazan
sufre un buen quebrantamiento,
amargura y desaliento,
y a nuestra alma resquebrajan.

     Corazones destrozados
por tanta pena y dolor,
os voy pedir con amor,
y yo en esto ya me incluyo,
que aquello que no sea tuyo
ni lo toques por favor.

      Hay muchas almas con penas
que no encuentran el remedio;
pero Cristo está en el medio
de las más grandes tormentas,
y él las calmó. ¡No le mientas
al Señor de los remedios!


Cecilio García Fernández.