viernes, 27 de abril de 2012


¡MALTRATAN LOS NIÑOS!

 ¡No maten más niños,
no causen más penas,
que lleguen a viejos
aunque con cadenas;
más no maltratarlos;
 seamos mecenas,
que estén protegidos
por almas serenas
que los alimenten
no hacerles faenas,
que ya de mayores
 sufrirán sus penas;
pues las ambiciones
no son cosas buenas.
Los niños son parias;
que sufren sus penas
por  que la justicia
nunca ha sido buena.
 Dejar a los niños
que juegan y sueñan,
divierten abuelos
que padecen penas,
pues son maltratados
y sufren condenas
que son como cruces,
y no las hay buenas,
pues huelen a muerte
al cumplir  condenas.
 ¡Que los niños canten,
que los niños lean,
que jueguen al coro
y a la “pita ciega”,
que nos cuenten chistes
con su cara tierna,
que den alegrías
y huyan de las penas,
que no los exploten
cortando la leña,
que los quiero alegres,
risueños, sin penas,
pues no hay más infancia,
y pasa sin verla!.
La historia de un niño
siempre es muy pequeña;
pues son unos años
de alegrías  tiernas,
que juegan con todo
lo que tienen cerca;
pues todo lo imitan
y todo lo “pescan”;
 son muy avispados,
como las abejas.
 Tienen labios tiernos
y cuando nos besan
son como caricias
que todos aprecian;   
pues son inocentes
que piden clemencia;
pero hasta los violan
hombres sin conciencia,
hombres pervertidos,
hombres con creencias,
hombres corrompidos
por esa indecencia
que hoy se practica
con tanta insolencia,
con tanto descaro,
con tanta frecuencia,
que causan hastío
porque no hay decencia.
Quien maltrata a un niño
que pague su pena;
¿pero existe precio?;
pero existen penas,
porque Dios es justo
y tiene condenas
para quien maltrata
criaturas buenas.
Jesús ya lo dijo:
hacer cosas buenas,
no maltratar niños,
que hay penas severas
que rompen el alma
con duras condenas.
Pensar lo Divino,
pensar como piensas
es un desatino,
es ir contra el viento,
es no hilar muy fino,
es perder el tiempo,
un tiempo elegido
para disfrutarlo
y no maldecirlo,
porque el tiempo pasa,
y es triste decirlo,
más paso que avanzas
hay que bendecirlo,
pues nos queda poco,
para despedirnos!
¡Cuántas veces lloras
por perder el tiempo!
¡Cuantas veces gozas
cuando sopla el viento,
cuantas veces gimes,
y no te comprendo!

 Cecilio García Fernández
 

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