viernes, 27 de abril de 2012


METAMORFOSIS

Esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual trasformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya. –Filipenses 3:20-21.
Sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 1 Juan 3:2
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    Antes de conocer el Evangelio  se me hacía muy difícil creer, y menos comprender, la transformación de nuestros cuerpos, hoy de carne pecaminosa, por otro semejante; pero glorioso como el de Cristo; ya que conociendo lo que es la metamorfosis o transformación de muchas orugas en mariposas, es parecido a la imagen de la vida de un creyente. La oruga se arrastra por la tierra –como nosotros con nuestras luchas-- y come hojas. Luego se encierra en su capullo, como un ataúd y espera inmóvil e inanimada, inerte, insensible. Después de muchos días, el insecto se libera de su caparazón, despliega sus alas al sol y vuela ligeramente, alimentándose del néctar de las flores. Es una nueva vida, sin embargo es el mismo insecto.  Para salir de su capullo, el insecto se entrega a una lucha laboriosa. Si se intenta ayudarle rompiendo su capullo, enseguida sale, pero como es demasiado débil para volar, pronto se muere. Su lucha para salir de su envoltorio es indispensable para su desarrollo físico y su supervivencia.
    Nuestra vida de creyente en la tierra se parece a la de la oruga. Luchamos para atravesar, vencer, muchas pruebas que se nos presentan, de las cuales Dios se sirve para nuestro desarrollo espiritual. Estemos seguros de que Dios las emplea para hacernos crecer y acercarnos a él. Si nuestra existencia terrenal es sufrida y triste, debemos de recordar que un día, sin ningún esfuerzo entraremos en el cielo con un cuerpo lleno de vida y hermosura, un cuerpo semejante al de Jesús resucitado.
    Por eso, la Palabra de Dios siempre nos está hablando de las pruebas, sin ellas no es posible alcanzar la Gloria de Dios. Jesús fue un ejemplo en humildad, y sufrimiento. Los apóstoles le imitaron en sufrimiento físico; pero el sufrimiento de Jesús, antes de ir a la cruz; no tenemos capacidad para comprenderlo porque somos humanos. Jesús siempre anunció lo que nos esperaba a todos los que pretendemos seguirle.
    En Santiago 1:12 dice: Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida.
    Cuando de niños en la escuela estudiábamos el Catecismo, ya nos hablaban del demonio, del mundo y la carne. Por desgracia hay muchas personas que ignoran, o niegan, la existencia de Satanás, el gran maestro en meternos tentaciones para que nos apartemos de Jesús. Cuando andamos en el juego peligroso de adoración de imágenes, a él, a Satanás, le va muy bien. Ahí no hay peligro para él, ya que quien practica tal idolatría le está haciendo el juego a nuestro mayor enemigo. La carne, todos sabemos lo que es, pura tentación, asta los últimos años de nuestra existencia y difícil de dominar. La situación actual del mundo está en límites muy peligrosos por el libertinaje que existe. ¡Ahora todo vale! Que vamos a decir del mundo. Todo es corrupción, hipocresía, mentiras, envidias, orgullo, vanidad, guerras, hambre, crímenes, terrorismo, lujuria, sexo sin control, droga, separación de matrimonios, asesinato de esposas y violación de niños y niñas hasta de tres años. ¡Incomprensible!.
   El mundo es también nuestra descontrolada lengua, para criticar lo que sea. La televisión es el puro reflejo de lo que somos los humanos. La llamamos tele-basura; pero el mundo la ve con agrado y sirve para cotilleo. Ese tiempo perdido, que nos transforma para mal, empleado en buenas obras sería muy útil para la humanidad.


San Martín de Podes 3 Junio 2007
Cecilio García Fernández

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