METAMORFOSIS
Esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual trasformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la
gloria suya. –Filipenses 3:20-21.
Sabemos que cuando él se
manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 1 Juan 3:2
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Antes de conocer el Evangelio se me hacía muy difícil creer, y menos
comprender, la transformación de nuestros cuerpos, hoy de carne pecaminosa, por
otro semejante; pero glorioso como el de Cristo; ya que conociendo lo que es la metamorfosis o transformación de muchas
orugas en mariposas, es parecido a la imagen de la vida de un creyente. La
oruga se arrastra por la tierra –como nosotros con nuestras luchas-- y come
hojas. Luego se encierra en su capullo, como un ataúd y espera inmóvil e
inanimada, inerte, insensible. Después de muchos días, el insecto se libera de
su caparazón, despliega sus alas al sol y vuela ligeramente, alimentándose del
néctar de las flores. Es una nueva vida, sin embargo es el mismo insecto. Para salir de su capullo, el insecto se
entrega a una lucha laboriosa. Si se intenta ayudarle rompiendo su capullo,
enseguida sale, pero como es demasiado débil para volar, pronto se muere. Su
lucha para salir de su envoltorio es indispensable para su desarrollo físico y
su supervivencia.
Nuestra vida de creyente en la tierra se
parece a la de la oruga. Luchamos para atravesar, vencer, muchas pruebas que se
nos presentan, de las cuales Dios se sirve para nuestro desarrollo espiritual.
Estemos seguros de que Dios las emplea para hacernos crecer y acercarnos a él.
Si nuestra existencia terrenal es sufrida y triste, debemos de recordar que un
día, sin ningún esfuerzo entraremos en el cielo con un cuerpo lleno de vida y
hermosura, un cuerpo semejante al de Jesús resucitado.
Por eso, la Palabra de Dios siempre
nos está hablando de las pruebas, sin ellas no es posible alcanzar la Gloria de Dios. Jesús fue
un ejemplo en humildad, y sufrimiento. Los apóstoles le imitaron en sufrimiento
físico; pero el sufrimiento de Jesús, antes de ir a la cruz; no tenemos
capacidad para comprenderlo porque somos humanos. Jesús siempre anunció lo que
nos esperaba a todos los que pretendemos seguirle.
En Santiago 1:12 dice: Bienaventurado el
varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba,
recibirá la corona de vida.
Cuando de niños en la escuela estudiábamos
el Catecismo, ya nos hablaban del demonio, del mundo y la carne. Por desgracia
hay muchas personas que ignoran, o niegan, la existencia de Satanás, el gran
maestro en meternos tentaciones para que nos apartemos de Jesús. Cuando andamos
en el juego peligroso de adoración de imágenes, a él, a Satanás, le va muy
bien. Ahí no hay peligro para él, ya que quien practica tal idolatría le está
haciendo el juego a nuestro mayor enemigo. La carne, todos sabemos lo que es,
pura tentación, asta los últimos años de nuestra existencia y difícil de
dominar. La situación actual del mundo está en límites muy peligrosos por el
libertinaje que existe. ¡Ahora todo vale! Que vamos a decir del mundo. Todo es
corrupción, hipocresía, mentiras, envidias, orgullo, vanidad, guerras, hambre,
crímenes, terrorismo, lujuria, sexo sin control, droga, separación de
matrimonios, asesinato de esposas y violación de niños y niñas hasta de tres
años. ¡Incomprensible!.
El mundo es también nuestra descontrolada
lengua, para criticar lo que sea. La televisión es el puro reflejo de lo que
somos los humanos. La llamamos tele-basura; pero el mundo la ve con agrado y
sirve para cotilleo. Ese tiempo perdido, que nos transforma para mal, empleado
en buenas obras sería muy útil para la humanidad.
San Martín de Podes 3 Junio
2007
Cecilio García Fernández