viernes, 1 de abril de 2011

¿HAY JUSTICIA?

 ¡Cuantas veces al hambriento
no le queremos ni ver,
ni le prestamos la ayuda
que el hombre quiere tener!

¡Cuántas veces el sediento
no tiene donde beber!
¡El agua que estás bebiendo
jamás  te quita la sed!

   Reímos, mas la alegría,
¿anida en el corazón?,
esto un creyente decía,
y le sobraba  razón.

   Hay amantes de las guerras
que nunca están satisfechos
y siguen vendiendo armas,
-luego dan golpes de pecho-

   Los que cercan las ciudades
siempre son los harapientos,
pasando calamidades
hambre, sed y sufrimientos.

   Estos pobres mal tratados
por esta hambruna existente,
están todos olvidados,
y el mal sigue  persiste.

   Mientras pocos tengan mucho,
muchos,  poco van tener,
y esto lo dice uno ducho
en sufrir y obedecer.

   Si quien ha creado el mundo
habita en los corazones,
todos cambiamos de rumbo
y entraremos en razones.

   Todo está mal repartido;
mas hay frutos abundantes;
pero por los pervertidos,
sufren los que andan errantes.

   Hallar un hombre perfecto
es buscar una quimera,
o si quieres un anhelo
u otra esperanza cualquiera.


   Los que vivimos muy bien
nadamos en la abundancia;
pero ¿sabemos por qué?
Exceso de redundancia.

   Es que no existe justicia
por carencia del amor,
por causa de la avaricia
del orgullo y el rencor.

   Hemos perdido la meta,
tenemos mala visión,
somos como la veleta
que cambia de dirección.

   Tenemos el reglamento
al alcance de la mano;
y es el mejor instrumento
que hoy posee el ser humano.

   Es un libro de consejos
con una instrucción divina,
para jóvenes y viejos
para salir de la ruina.

   Sus palabras son tan sabias
y su enseñanza es perfecta,
que con mediana cultura
cualquier hombre la detecta.
.
   Cristo nos marca el camino
que debemos se seguir.
Comportarse con atino,
es sano para vivir.

   Salmos, Proverbios y cartas
que Pablo nos escribió,
son la gran sabiduría
que nuestro Dios nos donó.

   La Palabra es enseñanza
para la mente y el alma,
para el corazón del hombre
que vive sin esperanza.

   La Palabra nos penetra
como espada de dos filos.
No la sacar de la mente
que es la que nos tiene unidos.

Cecilio García Fernández

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