jueves, 4 de noviembre de 2010

LAS RELIGIONES NO TIENEN FE EN DIOS

Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres.   San  Marcos,  7:6-8.

Para acudir a nuestro Dios, ¿Es necesario renunciar a nuestra personalidad y ser completamente absorbidos por una forma de religión o por una secta?
      Jesucristo mismo se pronunció enérgicamente contra las formas, costumbres y tradiciones, reprochando a los dirigentes religiosos de su tiempo, como pasa con los actuales, que la gente se acercara a Dios; pero algún día tendrán que rendir cuentas al Dios Supremo.
      Los responsables de que los hombres y mujeres se vean en la necesidad de tener que persignarse, arrodillarse, sentarse, levantarse, y otros ritos, que anulan la personalidad del creyente, cuando él, - Cristo -, fue quien creó a los seres humanos con capacidades y sensaciones  tan diferentes los unos de los otros, tal como somos, por su voluntad.
      Cada ser humano, con las características que Dios le ha dado, debe de buscar a Dios de acuerdo con su forma de ser, sus sentimientos, su espiritualidad, tal como nos ocurre cuando escuchamos una obra musical o nos vemos ante una obra de arte.
      Para buscar a Dios también lo hacemos con nuestros medios, que Dios nos ha dado, como son la humildad, fe, obediencia y mansedumbre, entre otras virtudes. No valen normas establecidas para buscar a Dios.
       Lo que más le agrada a Dios de los hombres, es que le adoremos, alabemos, que nos rindamos a él; luego que tratemos a nuestros semejantes, como nos gustaría que nos trataran a nosotros; pero lo primero y más importante es reconocer a Jesús como el único Salvador e  intermediario, entre Dios y los hombre.
       Para que se puedan cumplir éstos deseos del Señor, hay que leer mucho su Palabra y orar, que es hablar con nuestro Padre. No hay otra forma de poder llegar al Padre si no es por medio del Hijo. Así está establecido por Dios, y no importa que hombres, como tu y yo pretendan anular su Palabra, sustituyéndola  por la de ellos, pecadores como todos nosotros.
      Un creyente tiene la misma libertad de expresarse ante Dios que un obispo, con la diferencia de que el obispo está apartado de Dios por no respetar su Santa Palabra y poner su fe en imágenes.
       ¿Qué le importa al Señor que un creyente sepa mucha filosofía, latín o cualquier otra asignatura? ¿Le importará algo al Señor si nuestra capa es de lana, lino, ó si va bordada de  plata ú oro? ¿Queremos impresionar a Dios con nuestras vestiduras? Dios ya dictó sus mandatos, ahora obedezcámoslos. Ahora nos toca a todos leer las Escrituras e interpretarlas, con el poder del Espíritu Santo; pero, ¿quién tiene ese poder? Lo tienen solamente los que se han entregado a Cristo; pero no lo tienen los que adoran imágenes., que es idolatría.
       ¿Son duras éstas verdades? Naturalmente que sí; pero tengo la Palabra de Dios a mi alcance y con ella puedo responder. ¡Seamos humildes y mansos como él, dijo Jesús!
       Ayer vi por la televisión un grupo de jóvenes que iban a entregar su renuncia como católicos. Iban con un buen cargamento de papel para formular su renuncia, y les sobra razón ya que, yo que renuncio a toda religión ó secta, que para el caso es lo mismo, y me siento estafado, engañado y burlado, por figurar en los libros de la parroquia como católico, cuando yo soy un ser humano que creo y acepto a Jesús como mi Salvador. Creo en el Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Todo lo demás me sobra. Las religiones ya vemos lo que dieron y lo que dan.
      Hombres de talento, intelectuales, cultos y sobresalientes en muchas materias los hay en todo el mundo, en todas las religiones y en todas las culturas; pero Dios jamás nos ha dicho que él quería hombres sabios sobre éstos  temas. Él nos manda pedirle sabiduría; pero sabiduría que viene de lo alto, no de una Universidad.
       Dios capacita y reparte dones a todos los hombres; pero nosotros no los aprovechamos porque el hombre es un auténtico tirano y explotador del hombre, y esas capacidades que Dios reparte gratuitamente, son cortadas de raíz por la ambición del hombre. Dios no quiere que se mueran millones de niños de hambre; pero el hombre sí que lo quiere y se cumple su voluntad, con la ayuda de los altos dirigentes, políticos, económicos y religiosos, que son los que en todo tiempo han gobernado el mundo y lo siguen gobernando, para la desgracia de la humanidad, sin hacer el mínimo caso a la Santa Palabra de Dios, obra perfecta y sabia para el bien y salvación de toda la humanidad..
      Las formas religiosas casi siempre están ligadas a la muerte espiritual; pero la fe en Jesucristo es la liberación y la verdadera vida que se nos ofrece gratuitamente y que fue comprada por la Sangre de Cristo en la Cruz.
      La fe no consiste en ser un ingenuo o credulidad ciega. Se trata simplemente de aceptar o negar, el mensaje de las Escrituras, porque el creyente cree, y acepta el mensaje que le proporcionan las Escrituras, porque reconocemos que Dios habla a través de ellas.
      La verdadera fe no tiene nada que ver con la superstición, el fanatismo o la inmoderada exaltación de las emociones. Es un acto de obediencia a Dios, la convicción de que Dios siempre tiene la razón, y que debemos de actuar de acuerdo con sus enseñanzas y mandatos.
      Lo mismo que Satanás tiene poder para tentarnos, Dios obra con su poder para dirigirnos, aconsejarnos y mostrarnos su voluntad; pero de tal manera nos ha creado libres, que podemos rechazar los sabios consejos que Dios nos da.
      Las tentaciones de Satanás resultan muy difíciles de rechazar, debido a que él siempre nos ataca en nuestros puntos más flacos. ¡Qué te gustan las mujeres! Bueno, pues ya el enemigo se encargará de enviarte una. Luego librarse de tales tentaciones es muy difícil. Cuando viene la primera tentación a nuestra mente, ya sabemos que tiene malas consecuencias y que las hay que pagar; pues ahí, en ese momento crucial, es cuando hay que rechazar tal oferta; pero si la fe está puesta en un dios falso, el resultado es nulo. Caemos como lo que somos; pero si la fe está depositada en Jesús, nuestra mente se fortalece y sus palabras llegan a nosotros con poder y autoridad, rechazando todo tipo de ofertas peligrosas.
      Cuando vemos una familia, barrio, pueblo, nación ó continente, metido en guerras, del tipo que sean, ya estamos seguros de las creencias de tal familia, pueblo o nación. Todas las contiendas se arman por odios, envidias, orgullos, egoísmos y otros muchos problemas impropios de un cristiano. En la mente de un auténtico cristiano no tiene cabida tanta basura como hay en éste mundo. Todos conocemos en nuestros pueblos el nombre de las personas buenas y malas, eso mirando con nuestros ojos deformados por nuestro pecado, que si viéramos con los ojos de Dios, nos asustaríamos.
      La fe nos exige más que la música, el cante, deportes ó cualquier otra rama del saber, ya que la fe es la esencia de nuestra vida, de ella dependen todas las cosas. Ver las horas que un buen músico dedica a la música, ensayando día tras día, para poder dar correctamente todas las notas.
      La Palabra de Dios es difícil de cumplir; pero si no la conocemos es imposible que podamos dar una nota bien.  Hay que estudiar la Palabra, conocerla bien, saber interpretarla y luego ponerla en marcha, para obrar como Dios nos manda. El poner cara de místico, de humildad fingida y éstas cosas propias de las religiones no sirven ni para engañar al sacristán del pueblo. Yo he sido sacristán, y cuando veía alguna “Señora” acercarse al altar para recibir el pan, con cara de misterio, yo decía para mi interior, ¡Anda que te conozco!. Pero para no mentir, también debo de decir que muchas personas no hacían teatro y vivían los siete días de la semana como cristianas. De todo hay en la viña del Señor.
       Estos “chascarrillos” nos demuestran y enseñan que la palabra es muerta si no va acompañada de buenos actos. Dios está vivo y Jesús es Dios. Él obra en nuestra mente y corazón, y lo digo por experiencias vividas que son las que han fortalecido mi fe.
      La fe cristiana no se compone de dogmas, como la religión, se trata de una relación vital entre el hombre y su Creador. Es natural y justo que así sea. Ver como, la gran mayoría de los animales, nada más nacer, ya saben defenderse solos en la vida y jamás verán a sus padres. Conocen sus enemigos, sus alimentos, y ésta obra no  la podemos hacer los hombres; porque nosotros somos espíritu, tenemos conciencia y hasta el hombre solitario, apartado de todo ser viviente, tiene la necesidad de creer en algo.
       Ese hombre, el día que fallezca será juzgado no por lo que creyó, pues nadie le habló de Dios; pero la naturaleza ya le está diciendo que los árboles, las plantas, frutos de todo tipo, frío y calor, sol y sombra, hambre y sed, alegrías y penas son causas suficientes para saber que hay un Creador. Él está solo con su familia; pero sabe que hay algo que está oculto para él, por que él es espíritu como tú y yo.

Cecilio García Fernández

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