Hoy me ha contado una amiga
la historia del Santo Jano,
que Dios llevó de Su Mano
hasta la cima del Cielo;
porque su bondad fue pura.
Ya no está en la sepultura,
ya no reposa en la tierra,
hoy contempla al Cristo vivo,
el que a ti te ha redimido,
si te has entregado Él,
Pidiéndole Su perdón,
con la más pura obediencia
con toda fe, que es creencia,
en que ha vencido la muerte,
y ha de volver, ¡vaya suerte!,
para recoger los suyos,
porque es un Dios de justicia
que perdona la avaricia
del necio e intransigente.
Jano: Yo te conocí,
mas no en toda tú grandeza,
y hoy me da mucha tristeza
no haberte reconocido,
para darte el merecido
que tenía tú nobleza.
Hoy doy gracias a Marina,
porque te dio de comer
en múltiples ocasiones,
yo valoro el hecho en sí.
Jesús también lo hizo así.
Tú supiste agradecerle
con tú noble corazón,
escribiendo, con razón,
tú puro agradecimiento,
lo que llevabas muy dentro,
bondad y mucha ilusión.
Que gran lección nos has dado.
Que gran amor has tenido.
El mayor ejemplo honrado
De todo lo que has amado,
Y no has sido comprendido.
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