miércoles, 1 de febrero de 2012


MI SEGUNDO PUEBLO

Vivir en Salinas
vivir en el Cielo,
vientos de Levante
en la mar que veo,
vientos del Nordeste
sin un aguacero,
mujeres bonitas,
las miro,  las veo;
pero pasa el tiempo,
hay que ser sincero,
todo se termina,
lo hermoso y lo feo;
mas, Salinas sigue,
tal como la quiero,
mi vida me dice,
 hay mil desconsuelos;
pero hay ilusiones,
comentan, lo creo,
pues la vida es corta,
yo corta la veo,
mas trae  mensajes
de nuestro Cordero,
bendito mil veces,
ya que en él yo creo,
creo en sus palabras,
y en lo que no veo.
¡Niños mueren de hambre!
y sobra alimento.
¿Tenemos conciencia?
pregunté hace tiempo;
sí; pero dormida,
y esto no es cuento.
¡Muchas nubes negras!
¡también hay tormentos!
Ya vuelvo a Salinas,
pues la llevo dentro.
¡Qué pueblo tranquilo!
la gente en silencio,
andan por las calles,
parecen contentos,
el domingo a misa:
Entran en el templo,
rezan, los que rezan,
hablan en silencio,
tristes, ó contentos;
el cura es muy noble,
les habla de cosas,
para dar consuelo.
Vivir en Salinas
vivir en el Cielo,
vientos de Levante
en la mar que veo,
vientos del Nordeste
sin un aguacero,
mujeres bonitas,
las miro,  las veo;
pero pasa el tiempo,
hay que ser sincero,
todo se termina,
lo hermoso y lo feo;
mas, Salinas sigue,
tal como la quiero,
mi vida me dice,
 hay mil desconsuelos;
pero hay ilusiones,
comentan, lo creo,
pues la vida es corta,
yo corta la veo,
mas trae  mensajes
de nuestro Cordero,
bendito mil veces,
ya que en él yo creo,
creo en sus palabras,
y en lo que no veo.
¡Niños mueren de hambre!
y sobra alimento.
¿Tenemos conciencia?
pregunté hace tiempo;
sí; pero dormida,
y esto no es cuento.
¡Muchas nubes negras!
¡también hay tormentos!
Ya vuelvo a Salinas,
pues la llevo dentro.
¡Qué pueblo tranquilo!
la gente en silencio,
andan por las calles,
parecen contentos,
el domingo a misa:
Entran en el templo,
rezan, los que rezan,
hablan en silencio,
tristes, ó contentos;
el cura es muy noble,
les habla de cosas,
les da su alimento.
El cura predica
lo que lleva dentro,  
salen confortados,
algunos contentos,
repiten palabras
con algún lamento,
cosas que la vida
nos da de tormento.
Sin Dios no se vive,
yo le llevo dentro,
pues Cristo me ha dicho
que yo soy su templo;
porque él, nunca habita
de muros a dentro,
donde todo es piedra
y algo de cemento.
Limpiemos su casa,
porque es, su templo,
donde solo habita
nuestro Dios Eterno.
¡Creamos a Cristo,
Jesús no es un cuento!
¡Cuántas ilusiones
llevamos por dentro!
Cuando yo eran niño
todo eran lamentos,
comías con ganas,
si había alimentos,
las guerras malditas
no dan nada bueno.
¡Ganamos la guerra!
¡Todos muy contentos!
¡Todo son mentiras!,
historias, mil cuentos,
el hambre te ataca,
se come excremento,
y nuestra conciencia
muy sucia, por dentro,
Jesús nos observa
y no está contento.
¿Si fuesen tus hijos?
¡Sería otro cuento!
Él no hace acepciones,
ni vivió del cuento,
dejó sus palabras
que las lleva el viento;
pero ha de juzgarnos;
mas yo estoy contento.
  
Cecilio García Fernández.
Salinas





les da su alimento.

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