Los hombres de corazón
quedan mudos y sombríos,
meditando tristemente
por el árbol que ha caído.
¡La tarde se queda triste
y la noche siempre obscura!.
Para muchos no amanece
se van a la sepultura.
Hay mucho árbol caído
con las raíces ya secas;
y hay quien está estremecido
de los pies a la cabeza.
Mi clamor vuelve a plañir
por esta espina clavada
que destroza el corazón
por ver que no somos nada.
¡Hay quien pudiera soñar
que a los pobres inocentes,
nadie los va a maltratar,
porque ahora somos decentes.
Pero la tarde es sombría
y el frío los va minando.
Los pobres siempre en el río
¡se mueren titiritando!.
Hay que mundo más sombrío
que a muchos está arruinando.
Cuando vemos injusticias
nos quedamos muy sombríos,
ya que, por las avaricias,
muchos andan corrompidos.
Si el corazón va plañir
por esa espina clavada,
¡muchos ya quieren morir!.
¡Hoy vivir, no vale nada!.
Solo nos sostiene Cristo
poniendo en Él la confianza.
De los hombres no te fíes,
todos son pura arrogancia.
Yo estoy soñando despierto
y sigo con la esperanza
de que vamos hacia el Puerto
de nuestra Buena Esperanza.
Cristo nos lo prometió,
a todo el que en Él creyera,
siempre será bendecido,
y esta es la mejor carrera.
Debemos ser responsables
de la vida que llevamos,
y aunque no somos iguales,
saber que somos hermanos.
Cecilio García Fernández.
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