domingo, 31 de julio de 2011

AFLIGIDO

   Triste suena mi guitarra
cuando sufre el corazón,
y es que le sobra razón
pues los acordes que suenan,
me recuerdan las cadenas
de cualquier triste prisión.
   Cuando no tienes salud,
no puede haber alegría,
y aquí está la cuestión mía,
que la tengo que expresar,
aunque mejor es callar
cuando no hay sabiduría.
   Según transcurren los años
van aumentando las penas,
que te atan como cadenas
y te tienen prisionero,
y aunque seas muy sincero
yo no puedo ser mecenas.
   Pido perdón  por hablar,
por sentirme deprimido,
ó si quieres, afligido,
pues me quisiera alegrar;
pero  tengo que tocar
mi instrumento preferido.
   Por no gozar de salud,
por mis cervicales rotas,
ahora ni corres ni trotas,
y andas con pasos muy lentos,
como van por los conventos
las monjas que son devotas.
   Cuando las penas me atacan,
todas mis armas explotan,
y las venas se alborotan,
y no hay defensa que aguante,
porque ya no sirve el cante,
ni los  tangos, ni las jotas.
   Solo Dios puede quitarme
éste gran quebrantamiento;
con oración y lamento,
pues él nos escucha a todos;
y aunque somos como lobos,
él es nuestro gran sustento.
   Hoy me tocó lamentarme;
mañana será otra cosa,
menos triste ó más gozosa,
pues no conozco el destino;
más la alegría, con vino,
es cosa muy deshonrosa.
   Yo gracias doy al Señor;
pues sé que no se equivoca,
y mi mente no está loca
por decir esta verdad,
exenta de vanidad,
que ha salido de mi boca.






No hay comentarios:

Publicar un comentario