jueves, 1 de septiembre de 2011

CRISTINA – CASA DE LA CONDESA—Hija de mi primo Ramón-

 Dicen que se va a casar
Cristina de  La Condesa;
 Pero, cortejaste poco
para cumplir la promesa.
¡Mira que eres muy novata,
para ir al casamiento!
¡Piénsalo diez años más,
y él va quedar más contento!
Total: ¿Cuánto cortejaste,
ya que mi memoria falla?                                           
Llegará a los “doce” años?
Si ves que no miento, calla.
Además, ¿si una Condesa
se va con un labrador?
¿Que dirá la Realeza?
¡Les causarás gran dolor!
Tú sabes que eres mi prima,
y  te  tengo  gran  aprecio;
 ¿acaso no hay un marqués?
¿Cómo puedes hacer esto?
Dios nos coja confesados
en  las  cosas  del  amor.
 ¡Pido que ésta gran Condesa
se  casa  con  gran  honor!
Os  deseo  mucha  suerte
con  todo  mi  corazón.
Luego, ya no puedo verte,
¡destrozas mi corazón!
Dejas muy solos los padres,
a tu hermana, y a sobrinos,
y te van echar de menos,
en Monteril, los vecinos.
Que Dios te conceda hijos,
todos llenos de salud;
pero tres que sean fijos,
y que des muy bien a luz.
Que se extienda la familia,
sin andar con miramientos.
¡Mira que siendo Condesa,
no se puede andar con cuentos!
La  boda  será  "bombosa".
¿Dónde  se  va  celebrar?
Yo pido que sea hermosa,
y que no sea en un Bar.
Ramón: Vas a quedar solo
con tu querida Maruja.
¡Ya sé que es un gran tesoro
y además, a ti te embruja!
¡Casina  de La Condesa,
que sola te estás quedando.
¡Cuántos vivieron en ella!
¡Todo se está despoblando!
¿Dónde están aquellas casas
como la del Artillero?
ó como la de Francisco,
también  la del Figaredo.
 Dónde están aquellas vacas
que iban por las carreteras,
había muy pocas blancas,
eran más, “roxas” y negras.
 También había caballos,
y algunos tenían  ”xarré”.
Otros tenían un burro,
y más cosas que no sé.
¿Dónde está el salón de Armando,
la  Casa  de Rafael?
Pregunto;  pero con pena,
¡pues ya no las vuelvo a  ver!
¡Que poco dura la vida!
¡Y que grande es el dolor!
Se mida como se mida,
solo nos queda el clamor.
Hoy solo se tiene fe
en el maldito dinero;
por  eso todo  se  ve,
como el blusón de un minero.
Por la  maldita  ambición,
se estropean  matrimonios.
¡Es  todo  la  perdición!
¡Aquí mandan  los  demonios!
Hay que humanizarse más,
no ser tan materialistas.
De lo que tienes, ¿qué das?
O  ves las cosas distintas.
Hay que pensar con talento;
pero con mucha humildad.
¡Que Cristo sea el sustento,
de toda la humanidad!

Salinas, Septiembre de 2.000

Cecilio García Fernández.



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