jueves, 1 de septiembre de 2011

LA CRUZ

El buen Cristo de la Cruz
murió por la humanidad,
y sabemos que es verdad
porque nos trajo La Luz.

Le clavaron fuertemente
sin la menor compasión,
sabiendo que era inocente
y de buena condición.

Lo crucifican vilmente
como si fuera un ladrón.
Él cargó con mis pecados
y no le dieron perdón.

Vino a salvar pecadores
de todas las condiciones;
mas hay quien adora estampas
y adora en las procesiones.

Jamás distinguió las “clases”
que hay entre los pecadores.
El nos ha creado iguales
y nos paga con amores.

Tenemos la mente estrecha
para poder comprender,
que nos vino a defender
de nuestra vida maltrecha.

Hoy le cantamos la Gloria
al Cristo de la Alegría,
con gozo y gran devoción,
 sin  ninguna  alegoría.

Merece nuestro respeto
y toda la admiración,
¡que nadie le ponga el veto
al único Dios de amor!

¡Mira hermano donde pisas,
que al Cristo de los Humanos
se le maltrató, con risas,
atado de pies y manos.

Cristo ha sido un hombre entero,
y al morir no dio ni un grito.
¡Él murió como un cordero!;
yo siempre lo certifico.

     Cantemos con alegría
y con todo nuestro amor
al Jesús de la armonía
¡el que nos calma el dolor!

     Yo siempre quise cantar
a Jesús el del madero,
luego, voy a descansar;
pero hagamos lo primero.

     Las imágenes de Cristo
las ponen sobre un bastón;
esto es pura idolatría,
 pérdida  de la razón.

      Nuestro Cristo está en el Cielo.
¡Quitármele del  bastón!
Jesús está en todas partes..
No  tiene  limitación.

      Él habita en nuestras almas,
si estamos en comunión,
pero hay que adorarle a diario,
a solas, y en reunión.

     ¡El Maestro habló muy claro!
¡Él no admite idolatría!;
pero nos pide el amor,
no nos pide fantasía.

      Adoremos al Maestro,
Señor de la Salvación;
que fue quien nos dio el derecho
de vencer con su perdón.

      Adorar, con alabanzas,
porque para esto vivimos
y no llenemos las “panzas”
de comidas y de vinos.

      Yo siempre me estoy quejando
y soy un gran pecador;
no me lo tengas en cuenta,
te lo pido, por favor.

      Hiciste muchos milagros
salvando miles de vidas,
y yo haciendo desagravios
mientras curas mis heridas..

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

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