viernes, 2 de septiembre de 2011

LA ARROGANCIA DE UN PUEBLO

     Y van pasando los años;
pero la gente no aprende
que el necio, jamás comprende
por qué goza de ésta vida,
 su razón, bien resumida:
¡No sabe de quien depende!

   Los pájaros van volando
y cruzan por donde quieren;
pero nadie los detiene;
pues vuelan de rama en rama,
y el pájaro tambien  clama,
cuando alimento no tiene.

   Ellos siempre están cantando,
seguro  que al Creador;
porque el pájaro es cantor
y siempre vive al acecho,
en este mundo maltrecho
donde existe poco amor.

     Aún el pájaro que vuela
carece de libertad,
pues la gran necesidad
de otro pájaro más grande,
que come, o muere de hambre,
le hace sufrir de ansiedad.

    Hay águilas, que volando,
se remontan por alturas,
y ven pájaros, que a obscuras, 
vuelan, más sin percibir,                 
que al momento han de morir,   
pues son carroña segura.

      Todos tenemos flaquezas
en la mente y en el alma,
por eso yo pido calma
para tomar decisiones,
que a veces, son ilusiones
más frágiles que una palma.

      El que presume de santo
es un pecador errante,
y aunque cante lo que cante,
jamás será buen cantor,
porque le aflige el dolor,
y de esto existe bastante.

      Que nadie se llame a engaño,
ni se arrogue de grandezas;
porque todas las cabezas
no sirven para pensar;
sirven para ”dominar””
en un mundo de flaquezas.

      No hablemos con arrogancia,
que el que escucha humildemente,
tiene dos dedos de frente
y siempre podrá opinar;
porque sabrá recordar
todo lo que habla la gente.

      Hoy el pueblo americano
se tiene que resentir,
porque hoy, les tocó morir
a miles de ciudadanos,
y como somos humanos
lo tenemos que decir.

     Presumimos de grandezas
y de nación poderosa;
pero esto es muy mala cosa
porque un maldito tornado,
muestra que estas limitado,
igual que una mariposa.

     Domináis todo el mundo;
mas ¿qué hacer con un tifón?
Sentir que la humillación
ha llamado a vuestra puerta;
y sí el orgullo despierta,
hay que pedir el perdón.

      Aquí no hay pobres ni ricos,
Dios nos ha creado iguales;
por eso los minerales
que Dios nos dejó en la tierra,
no merecen una guerra,
pues no somos animales.

     Si repartimos las tierras
con la justicia de Cristo,
puede darse por bien visto
que se repartan riquezas,
y ya no habrá mas flaquezas,
ni tampoco el fanatismo.

Cecilio García Fernández.
San Martín de Podes
 

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