¿Fue mi infancia triste?
¿Recuerdo mis penas?
¡Recuerdos mil cosas;
mas no todas buenas!
por haber vivido
rescoldos de guerras,
que siempre desgarran.
Tu formulas quejas
contra los tiranos
que jamás se quejan;
porque los que sufren,
viven entre rejas.
¡Malditas las guerras
que cambian destinos,
pierdes tus ovejas,
por tristes caminos,
¡no se admiten quejas!
porque te vencimos.
¡Así son las cosas
mi querido amigo!
.
El hombre afligido
quiere levantarse;
pero está abatido,
cual árbol caído
por desmoronarse,
porque le han cortado
junto a mi camino,
donde crecen hierbas,
rosales y pinos,
junto a otras malezas
con verdor divino,
que alegran la vida
lo mismo que el vino;
pero con resacas;
que tuercen caminos,
tuercen tantas cosas
que hasta los amigos
te miran de lado
si andas decaído,
porque si flaqueas
te quedas vacío,
como un río seco,
que ya no es un río,
donde había peces
que se han extinguido.
¿Qué nos dan las guerras
que se han repetido
por toda la tierra
mi querido amigo?
¡Nos dejan angustia,
lamentos y olvidos,
por los que se han muerto,
por los que han sufrido,
por los maltratados,
por los afligidos,
por los despreciados,
por los mal nacidos!
¡Malditas las guerras,
mil veces lo digo;
pues son un calvario,
sin manta ni abrigo;
pues lloras y sufres
por los que han sufrido,
porque que los más fuertes
así lo han querido!
Cuando existen guerras
siempre hay un vencido,
siempre hay un pagano
que es quien ha perdido,
sin haber razones,
tal como lo digo;
por las ambiciones
de algún mal nacido,
que mata a su padre
por un viejo abrigo;
pues no es el primero
que está decidido
ha vender al padre,
el ser más querido.
¡Somos como bestias!
Sé bien lo que digo
queridos amigos,
ya que por desgracia
se compran abrigos,
por causas horrendas
del soberbio altivo,
que se siente fuerte
sabio y entendido;
pero es un cobarde,
pobre y mal nacido!
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
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