Sigo luchando fielmente,
y he de ganar la partida-
no la daré por perdida
ni la ganaré por suerte-
yo lucho contra la muerte
que quiere robar mi vida.
Luchar, es mi obligación;
pues mi vida fue un regalo
que Dios me dio con agrado,
y tengo la obligación
de adorarle con pasión
por todo cuanto me ha dado.
Los hijos de mi Señor
admiten todos los males;
mas no todos son iguales;
pero traen sufrimientos,
calamidades, tormentos,
fruto de nuestras maldades.
Nacimos siendo inocentes;
pero por una manzana,
una mujer pura y sana,
perdió toda la inocencia,
y al no obrar con obediencia,
se hizo una mujer pagana.
Salimos del Paraíso
perdidos por la vergüenza;
mas Dios que tuvo clemencia
nos obligó a trabajar,
a sufrir y hasta enfermar,
todo por desobediencia.
El mal, no es un fruto seco,
ni tampoco se murió,
se alimentó - creo yo - ,
de la herencia recibida,
y yo pagué con mi herida
la fruta que ella comió.
El mal, se corta y se crece,
porque que al podarlo, retoña,
y no lo digo con “coña”;
ya que está bien demostrado
que del maíz bien cuidado,
se come buena “boroña”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario