jueves, 1 de septiembre de 2011

LA LUCHA COTIDIANA

   Mirar que el hombre se esfuerza,

y lucha por todas partes,
no vale esfuerzos, ni fuerzas,
seso, ni mañas, ni artes.
   ¿Qué vale un consejo ajeno,
si no hay enmienda o castigo?
¿Cómo es lo malo o lo bueno,
si no escuchas lo que digo?

  El fuego, es pura brasa
que termina por matar,
a todo el que se desfasa,
en su triste caminar.
   Ignoro si alguien me entiende,
que el matar el fuego es cruel,
pero todo el que lo enciende,
sabe si es por mal, o bien.

   Hay fuegos abrasadores
que solo nos traen mal;
pero los más habladores,
que abrasan a tal y cual.
   Lenguas que queman el alma,
lenguas que causáis dolor,
lenguas que sois un veneno,
madres de todo rencor.

   No me excuso de pedir,
remedio para este mal;
pero hemos de resistir,
y lo tengo que decir
caiga bien, o caiga mal.
   Quien vive siempre en temor,
jamás puede tener suerte,
que es la causa del dolor
que nos lleva hasta la muerte.

   El fuego que nos abrasa
derrite todo mi ser,
pues lo bueno pronto pasa,
tanto fuera como en casa.
Luchemos para vencer.
   Y una vez que hayas vencido,
ayuda a otro a luchar,
que hay que ser agradecido,
porque todo bien nacido
debe de saber amar.

   Esfuérzate por servir
siempre al más necesitado,
no hables, si vas  mentir,
que es vivir equivocado.
   Busca la fuente del bien,
y bebe de ella abundante,
y aunque que amargue el paladar,
ofrécela al caminante.

   Valorar la discreción
y no perder la esperanza,
que sea buena la unión,
respetando la templanza.
   No hablar mal del enemigo,
aunque nos cueste bastante;
aquí se bien lo que digo,
porque fui buen practicante.

   Cristo cambia corazones
y también rompe cadenas,
los santos son ilusiones,
y luego llegan las penas.
   Cuando ya te pidan cuentas,
por todas tus oraciones,
Dios no te dará respuestas,
tus santos fueron traiciones.

   Lágrimas que has derramado
por ir en la procesión,
son las que te han traicionado,
porque ibas encadenado
como un preso en la prisión.
   No pidas clemencia al Clero
al obispo, o cardenal,
pues no han entrado en el Cielo,
¡no se han podido salvar!

   ¡Bien que nos avisó Cristo!
¡Buena sangre derramó!
pero tú, con fanatismo,
fuiste un necio , por visto,
y el necio se derrumbó.
   Tenemos buen testamento,
palabras de gran saber,
la religión es tormento,
con sus guerras y lamentos,
como puedes comprender.

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

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