lunes, 29 de agosto de 2011

LADRILLOS Y CEMENTO

  Ya no podemos dudar
pues todos lo pueden ver,
que un ladrillo, sin cocer,
es embrión de una fortuna,
y de  esto, no hay duda alguna,
como podrán comprender.

  Para meterlos al horno
se deben de ventilar,
los debemos de mimar
antes de pasar al fuego,
ya que serán los primeros
que nos puede prosperar.

   Luego, ya de bien cocidos,
hay que comprar el cemento,
ya que un ladrillo contento
ha de vivir en pareja,
unidos, sin una queja,
sin el mas leve lamento.

   Para preparar la pasta,
 y me refiero al cemento,
se debe hacer un recuento
de fincas muy devaluadas,
¡estas son buenas jugadas!
¡El trabajar, es un cuento!

   Diles a los campesinos,
al regresar del trajo:
¡Dinero, tengo a destajo!
¡Os compro vuestra parcela!
¡No despreciar nuestra “tela”,
ya que el precio no está bajo!

    Aprovechar la ocasión
ahora que sobra terreno;
mirar que va a ser muy bueno
para todo el vecindario,
no lo vender a un sicario,
porque son como el veneno.

   Haremos campos de golf
y viviendas por millares;
pero no todas iguales.
Queremos un pueblo hermoso,
propio para un poderoso,
honesto y sin vanidades.

   El pueblo prosperará,
habrá trabajo y justicia,
porque aquí, no hay avaricia,
todo se hace por amor;
la Banca, es el honor,
por sus pueblos se desquicia.

   Se harán nuevas carreteras
y trabajo en abundancia,
y valga la redundancia,
aumentará  la cultura,
se quitará la basura,
si el pueblo os da confianza.

   Te rozarás con los ricos,
se acabaron los plebeyos,
no cogerás mas “arbeyos”,
ni sembrarás remolacha,
otros cogerán el  hacha
si quieren cortar los leños.

   Cuándo  el pueblo diga, ¡sí…!
nos vamos poner las botas,
y si no brillan, las frotas,
porque esto es el gran “filón”,
y no hay mejor ocasión.
¡La banca no se equivoca!

   Hace falta que te apoyen
cuando vayas a tratar.
Les dices, que al terminar
esta obra milagrosa,
les daremos cualquier cosa.
¡Nos gusta gratificar!
  
   Que no sepan ni quien somos,
que no se corra la “bola”,
pues somos como la ola
que arrolla con gran furor;
¿no tenéis ningún temor?
¡La conciencia os devora!

   Así se explotan los hombres,
así se hacen las fortunas,
ni comes ni desayunas
por cuatro malvadas mentes,
¿Son cristianos penitentes?
Pregúntenle al señor cura.......

Cecilio García Fernández.
San Martín de Podes

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