jueves, 25 de agosto de 2011

NO CREES; PERO, QUIÉN DISPONE DE TU VIDA.

     Un amigo se ha marchado
sin decirme que partía,
y yo que no lo sabía,
jamás podré comprender
el por qué ha de suceder,
¡viejo amigo de mi vida!

     Viene a mi mente una historia
con esto de la partida,
que para curar la herida
que dejan estas sorpresas,
hay que dejar las flaquezas
olvidadas, ó escondidas.

      Cada miembro de esta tierra
tiene su tiempo contado;
más, ¿quién sabe el resultado,
por mucha ciencia que exista?
¡Hay de aquel que se resista!
¿Quién se da por enterado?

 Si nuestro ser más querido

se marcha de vacaciones,
celebramos reuniones
para dar la despedida;
porque es cosa bien sabida
que vuelve con ilusiones.

     Pero es grande la ignorancia
y muy triste el desconsuelo,
saber que el gran Dios del Cielo,
que es quien maneja el “destino”,
si alguien no sabe a que vino,
que empiece a pedir consuelo.

     ¿Dónde busco ese consuelo
si es que existe de verdad?
¡Búscalo con humildad
como ha mandado el Cordero!;
ya sabes que lo primero
es amar  y perdonar.

      Si a lo largo de la vida
nos hemos portado mal,
derrochamos un caudal,
que debemos llamar tiempo,
y este es el mejor talento
que debemos apreciar.



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