La vida resulta cruda,
y mala de digerir;
pues naces para morir,
por nacer ya pecadores,
causantes de mil dolores,
que debemos resistir.
Muchos, que dicen ser sabios,
ignoran nuestro destino;
y no es ningún desatino
expresarse con torpeza,
pues tienen mala cabeza,
porque ignoran lo divino.
¿Pero cual es el destino
si es que se puede saber?
Habrá un gran amanecer;
pues Jesús nos prometió,
que la Palabra que él dio,
la debemos de “comer”.
¡Cuánto prometió Jesús,
y el mundo lo desconoce!
Creedme: Es un gran goce,
seguir su comportamiento,
muy superior al portento,
Lo dice, quien le conoce.
Su Palabra, es tan sabia
porque es el Verbo Divino,
y no es ningún desatino
decir que es la salvación,
y ésta es la mejor razón
que te lleva a buen destino.
Renueva todas las mentes
que conocen su poder,
y es fácil de suponer,
que la fe se desarrolla,
como presión, de una olla,
que no explota por cocer.
Nos hace nacer de nuevo
cambiando viejas costumbres,
de ofensas y podredumbres,
de pensamientos perversos,
por eso escribo estos versos,
mientras cuecen las legumbres.
La Palabra del Señor,
es parte del Dios Eterno,
es Divina, y es de tercos
el cambiarla por estampas,
porque estas, solo son trampas
para entrar en el Infierno.
Los que cambian la Palabra ,
por otros textos paganos,
tienen muy sucias sus manos,
y muy turbia su conciencia,
pues Cristo no enseña ciencia,
enseña a ser ciudadanos.
.
Si yo no creyese a Dios,
seguiría siempre a Cristo;
porque en su enseñanza, he visto,
que todo lo hace es Santo,
y para mi no es quebranto,
creer, lo nunca que he visto.
No he visto el aire ni el viento;
pero he visto sus destrozos,
que perturban nuestros gozos,
y aunque el vendaval no veo;
a veces, me dio un mareo,
allá en mis años más mozos.
Por ver un árbol partir,
ya aseguras que fue el viento,
por eso un buen escarmiento
puede hacer reflexionar;
al que nos quiero ocultar,
que Cristo ha creado el viento.
Según dicen, los más “sabios”,
nacimos de una explosión,
y yo, no encuentro razón
para explicar que una mecha,
fue quien creo la cosecha,
que comes como un bribón.
Otros, te hablan del mono,
por el exceso de vino,
que es cuando ven lo divino,
porque hay mentes turbulentas,
que los dejas ó revientas,
pues son necios “adivinos”.
Cecilio García Fernández
San Martín de Podes
mientras cuecen las legumbres
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