Por causa de un accidente
mucho tengo que sufrir.
Tengo que ser consecuente;
y jamás puedo mentir.
Las noches, ¡gran bendición!,
ya que no siento un dolor.
Médula y nervios reposan
y es todo de otro color.
Por las noches oro mucho,
ya que me encuentro centrado,
y puedo pedir ayuda
al Dios que tanto me ha dado.
Él me comprende muy bien.
Conoce mis sentimientos,
conoce mi malestar,
que a veces ya son tormentos.
No me quejo del Señor,
ni me quejo de la vida;
¡pero es tan grande el dolor
que siempre hablo de mi herida.
Hay amigos que me dicen
que no hable de mi dolor;
otros, muchos, te maldicen,
cuando les hablo de Dios.
Me dicen que Dios no existe
que es todo una fantasía;
pero el que cree, persiste.
¡Te lo digo en poesía!
El Amor de Dios es grande,
y lo ven hasta los ciegos;
pero hagamos lo que él mande
si quieres ir a los cielos.
Los que no creen en Cristo
no sufren como el creyente,
pues Satanás es muy listo
para engañar a la gente.
El Señor te pone pruebas
y cada vez son más duras;
y además, siempre son nuevas,
para no meterte en dudas.
Cuando sales de una prueba
la fe, queda reforzada,
y luego, no hay quien te mueva,
y no dejas a tu Amada.
Los apóstoles sufrieron
y fueron martirizados.
¡Murieron como el Maestro;
pero nosotros salvados!
¿Sabemos agradecer?
¿Cumplimos con Su Palabra?
Su Espíritu esta muy dentro,
y es quien protege mi alma.
Él dijo: Soy el camino,
Soy la Verdad y la Vida ,
y éste es el mejor destino,
con cualquier vara que mida.
¡Siempre, para ir al Padre,
es por medio de Jesús!
Te hablarían de su Madre;
pero, ¿quién murió en la Cruz ?
Tu jamás hagas alarde
de tus podridas riquezas;
que muchos se mueren de hambre
por causa de tus flaquezas.
La ambición es un tormento
que lo tienes que pagar.
Aquí, no valen los cuentos.
¡Hay que reír, o llorar!
¡En la tierra, con dinero,
que es una diosa ostentosa,
con el, eres el primero.
¡La cosa es maravillosa!
¡Pero Cristo ya avisó
cuales son las consecuencias!
¡Y las pagarás muy caras
por fallar en las creencias!
Cuando se va un ser querido
queda roto el corazón,
sufres lo que ha padecido
y te sobra la razón.
No existen los purgatorios;
ni sirven las penitencias;
procura imitar a Cristo
y no hagas más reverencias.
¡Gracias Cristo de la vida,
gracias por Tu Santa Sangre!,
gracias, pues se lo que digo,
gracias por quitarme el hambre.
San Martín de Podes
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