martes, 16 de agosto de 2011

PENANDO

     Mis dolores, los presentes;
pues no sufro los pasados;
porque ya están archivados,
dentro del propio inconsciente,
donde archivamos las gentes
los datos más marginados.
     Sufre dolores mi cuerpo;
pero  está tranquila el alma;
porque tengo paz y calma
que el Señor me a regalado,
además, él me ha mandado
que me ampare en la templanza.
     Los dolores son espinas
que siempre te están clavando;
más no sabes hasta cuando;
pues yo no tengo el poder
de calmar o de vencer,
a quien me esta torturando.
     Dolores  que  torturáis
solo por vuestro placer:
¿Por qué no me dejáis ver
la gran Luz de la Esperanza,
que siempre nos trae bonanza,
en un nuevo amanecer?
     Dolores que me aprisionan
dentro de jaula sin puerta;
pensar que Dios nos despierta,
y nos llena de esperanza,
y hasta nos llena la panza,
porque la vida no es nuestra.
     Dolor: Tú eres  la cizaña
que trabaja en sementera
como el tizón en la cera,
pues te escondes junto al trigo,
buscando el mal y el abrigo;
y esto no lo hace cualquiera.
     Dolores que vais minando
mi  triste cuerpo dolido;
no me tener tan molido,
sin comprender la razón,
de que sufre el corazón,
cuando lo tengo afligido.
     Que solo sufra la carne,
pues me quedan pocos años
y  ya sufrí desengaños
que atacan sin compasión,
cuando hay verdad o razón;
mientras yo quemo mis años.
       Yo  resisto a las espinas,
 que el enemigo me clava;
pues corro más que una bala;
porque Dios me da paciencia
y lucho con resistencia,
de forma desenfrenada.
     Soy como la primavera
que hace crecer a los tallos;
y aunque sufra desengaños
porque ya tengo mis años,
son muchos los que me besan,
porque no les cause daños.
     Yo me siento juvenil
y lo digo muy sincero;
por que amo lo que más quiero,
que es vivir con ilusión,
y defender la razón,
y ser un hombre sincero.
     Hoy con un montón de años
me he parado a meditar…,
que es más prudente callar,
que hablar para perder tiempo,
porque somos como el viento,
muy malos  de gobernar.
      Somos necios y egoístas,
siempre con “nuestra” razón;
porque la vana ilusión
nos hace malas jugadas,
que son como puñaladas
en el propio corazón.
     En éstos años pasados
trabajé  como  una abeja,
sin formular una queja;
luchando, en este enjambre,
donde el pobre muere de hambre
en un mundo de vileza.
     Dios nos dio la libertad
como el bien más necesario;
más no mencionó un rosario,
para hablar repeticiones;
y Dios tiene mil razones.
Él jamás nos habla en vano en vano.
    Los hombres somos muy necios.
Atropellando razones
por los duros corazones
que nos trae el egoísmo,
fruto del gran fanatismo,
por las falsas ilusiones.

Cecilio García Fernández.

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