sábado, 20 de agosto de 2011

PALABRAS DE VIDA

Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. (Efesios 2:8-9)
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------   
     Esta palabra (salvación por medio de la fe) la estamos oyendo constantemente, ya que parece ser que “casi” todo el mundo cree; pero, ¿qué es lo que creen? Bueno, se cree en un Dios bueno, quizás bonachón, algunos dicen que tiene barba blanca y es tan bueno que todo lo perdona, concretando, que no hará justicia, como nos prometió.

      Si creemos en “algo”, ese algo debe de ser conocido, de lo contrario qué es lo que conocemos? Si alguien cree en mí, tiene que conocer mi vida, mis hechos, mis obras, y mi comportamiento y, naturalmente, estar de acuerdo con todo cuanto yo he dicho y hago.

      La gente de “buena voluntad” cree que con ser bueno ya está todo solucionado; pero nadie piensa que al decir –“soy bueno”- el mismo se está juzgando, y no admite otro juicio que no sea el suyo. Todos nacemos pecadores. Ver como un niño de meses ya lo quiere todo para sí, tiene envidia, mal talante, rabietas y otras maldades que se van desarrollando según va creciendo. ¡Cuantos hermanos se llevan mal desde la más tierna infancia, hasta el día de la muerte, solo por la envidia! Luego decir: ¡soy bueno!, es un desconocimiento de la palabra y de la realidad.

      También hay quien se cree que ayudando a una determinada institución, dar limosnas a los pobres, etc., sirve para salvarse; pero esto es ir contra la palabra de Dios, aunque sea por ignorancia. Estas afirmaciones son muy peligrosas ya que lo que nos están afirmando es que con esas “obras” compran la salvación y el sacrificio de Jesús fue inútil. Dios es misericordioso pues hace llover para todos, buenos y malos, nos ayuda a todos, buenos y malos; pero su palabra dice, y repite incansablemente, que solo serán salvos los que se entregan a Cristo pidiéndole perdón y aceptándole como único salvador y tratando de seguirle en todo; pero para seguirle hay que saber lo que ha dicho, lo que ha hecho, que es el bien y el mal; pues oyendo a la gente parece que somos ángeles del cielo; pero todos sabemos como son los demás, aunque desconocemos como somos nosotros, que es lo principal  La Biblia es el reglamento, la enseñanza sabia y pura para agradar a Dios.

     No se van a salvar ni ricos, ni pobres, ni sabios, ni necios, solo se salvarán los redimidos por Cristo, los que creen en él y aceptan su palabra, que siempre es la misma, no cambia como hacen las religiones.

     Juan 5:39-41-42-43 y 45 Escudriñar las Escrituras; porque a vosotros os parece que tenéis en ellas la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí. Gloria de los hombres no recibo; más yo os conozco, que tenéis amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ese recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?  No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre, hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

      Como veis, en los tiempos de Jesús ya había sacerdotes que no creía en su Palabra, en sus milagros y en su enseñanza, tal como pasa ahora, que la religión deposita la fe en hombres muy bien encumbrados religiosamente, políticamente y económicamente; pero Cristo solo figura crucificado en bastones de plata y en procesiones le pasean junto a imágenes de hombres y mujeres.

       Gálatas 1: (7) No que haya otro, sino que hay alguno que os perturba y quieren pervertir el evangelio de Cristo. (8) Más si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. (10) Pues, ¿Busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si  todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

      Esto es lo que dice la palabra de Dios; pero las multitudes van a Roma ó a Santiago; pero no van a adorar a Cristo, ya que él no habita en palacios, cuevas o catedrales, sean del siglo que sean. El habita en los corazones de los hombres, que creen en él.

                                                                             Cecilio García Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario