Soy feliz, viviendo en ti;
más la muerte que yo espero,
es una gran bendición
que me envían desde el Cielo.
Nos merece bien la pena
el ser fiel, y muy sincero.
Cuando yo me entregué a ti
me diste la vida eterna,
para vivir siempre en ti,
y salir de ésta caverna.
Éste cuerpo pecador,
está formado de barro,
de penas, y de dolor,
de amarguras y trabajos.
Sin Ti, no es estar viviendo.
Vivir, es con Cristo en mí.
Y yo lo estoy repitiendo;
porque la vida es así.
Si yo no viviera en Ti,
¿Qué vida estaría viviendo?
Si me preguntan a mí,
rápido estoy respondiendo.
Vivir sin Cristo es morir;
además es un tormento;
pues el pecar, es sufrir,
con angustia y con lamento.
Las lesiones que yo tengo,
las tengo que ir soportando;
y contra marea y viento,
tengo que seguir luchando
¡Jamás ausente de ti!
He de mantenerme fiel,
pues todo lo que se ve,
ha sido hecho por Ti.
Abre los ojos al mundo,
sácalos de la ignorancia,
ya que viven en lo inmundo,
sin conocer Tú fragancia.
Huyamos del fanatismo,
y de tanta fe en las “ciencias”,
que adormece las conciencias
porque están muy cautivadas.
Hay lobos; pero en manadas,
que se adquieren por herencias.
Todo el que adora a los hombres,
lucha contra mi Señor.
Es la verdad. No te asombres;
pero es triste este clamor.
El pez que traga el anzuelo,
padece una muerte atroz,
y este, no es un buen consuelo,
digámoslo en alta voz.
Los hombres no crean nada,
solo pueden transformar;
y todo cuanto tu hiciste
no lo debes valorar.
Somos grandes inventores,
con materias existentes;
pero, ¿quien las trajo al mundo?
No seamos inocentes.
Esos hombres que tú adoras,
inclinando tus rodillas,
viven mejor que marqueses,
con oro y mil maravillas.
Sus palacios son lujosos,
y sus ropas ostentosas,
la servidumbre abundante,
y no comen cualquier cosa.
¿Cómo está el resto del mundo?
Cómo vivió mi Jesús?
Pensarlo me da vergüenza.
¡Cristo murió en una cruz!
¡Millones de niños mueren
por no tener que comer!
Otros tienen tantas joyas….
¿Dónde las podrán meter?
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