jueves, 25 de agosto de 2011

NO HAY UN HOMBRE SABIO, TODOS PECAMOS

PROVERVIOS 11:(2) Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; más con los humildes está la sabiduría. (3) La integridad de los rectos los encaminará; pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos. (9) El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría. (11) Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida; mas por la boca de los impíos será trastornada. (12) El que carece de entendimiento menosprecia a su prójimo; mas por la boca de los impíos será trastornada.

SALMO 94:(11) Dios conoce los pensamientos de los hombres, que son vanidad.

JUAN 6:(28) Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? (2) Respondió Jesús y les dijo: Ésta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. (35)  Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre; y el que en mí cree no tendrá sed jamás.

     Dios conoce todos nuestros pensamientos, los cuales son nuestra perdición. El hombre es espíritu, con alma, y cuerpo. Desde el espíritu, a través del alma y la carne, por medio de los ojos, vemos aquello que nos gusta, nos complace y deseamos. Todos nuestros deseos son perversos si son deseos de la carne. Cuando vemos una hermosa mujer, nuestra carne la desea (ya estamos pecando), nuestro espíritu (me refiero a personas entregadas a Cristo) no acepta tal deseo y nos ordena luchar contra la carne. Por esta maldita carne dio la vida Jesús. Él murió, resucitó y nos envió el Espíritu Santo que es nuestro consejero, es quien nos guía. Nadie se puede librar de los deseos de la carne; pero hay que rechazarlos, ya que en el momento que nos viene un pensamiento ya estamos realizando una mala obra, ya que si dicho deseo no se realiza es porque no nos dan la oportunidad; pero el corazón ve con agrado ese deseo y la mente, si le es posible, lo ejecuta a través del cuerpo. Todo pensamiento que no venga de Dios es pecado, porque todas las obras de la carne han sido, primeramente pensamientos, luego pecados.

   Ningún hombre puede ser sabio ya que la sabiduría nos viene por medio de Dios. Un hombre que haya estudiado cinco carreras es un “empollón” que memorizó lo que otros han memorizado anteriormente; pero, como ejemplo, ningún hombre puede ser un buen compositor o músico por mucho que “empolle”. Tampoco puede ser un buen pintor ya que las virtudes –los dones- vienen de Dios. Hay quien tiene la virtud de sentir y comprender la música, la pintura, la poesía, etc. Muchos hombres llamados sabios niegan la existencia de Dios y sus razonamientos se han basado en escritos de otros hombres tan necios como ellos. El hombre no tiene una buena obra, un buen pensamiento, una buena mirada ni un acto bueno.Solo los entregados a Cristo luchan entre el bien y el mal, ya que ningún hombre puede ser perfecto; pero somos llamados a realizar buenas obras.

   Las obras de Dios todas son perfectas y las de los hombres imperfectas. Nosotros vemos objetos, cuerpos, formas y personas que nos resultan imperfectas o desagradables; pero por ser creadas por Dios, son perfectas. Veamos como casi todos los humanos tenemos gustos diferentes; pero lo que a mí me amarga, para otro puede resultarle dulce. Todos los humanos pasamos la vida criticando, poniéndole pegas a la obra de Dios. ¡Mira que pequeño es aquel! ¿No ves a aquel otro que parece una jirafa? ¡Mira que nariz tiene! ¿Cómo se atreverá a salir de casa con esa cara? Juzgamos todo cuanto vemos y oímos; pero los demás también nos juzgan.

   Donde no hay una palabra imperfecta es en la Biblia; ¿por qué no la leemos para distinguir lo bueno de lo malo? ¡Luego eliges! Veamos como en estos momentos, (año 2005) hay luchas entre políticos de diferentes signos, unos a favor y otros en contra de la homosexualidad y lesbianismo. ¿Qué dice la palabra de Dios?  Prohíbe tales perversiones. ¿Nadie se recuerda de Sodoma y Gomorra? Tales actos son abominaciones; pero que ninguna religión levante mucho la voz, ya que nadie puede tirar la primera piedra, porque todos estamos buenos para callar. ¿Quién no peca? Pecar es apartarse de Dios y ofenderle, es vivir sin él, por no aceptarle. No hay salvadores en la tierra, todos somos pecadores para nuestra vergüenza y desgracia.

                                                                                Cecilio García Fernández

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