Aunque digas que no crees,
meditas en la partida,
pues se termina la vida
que no puedes detener;
porque está bien merecida.
Cuando es duro el corazón
el peligro es oportuno;
pero yo sé, que más de uno,
ha perdido la razón,
por ser un pillo y bribón,
codicioso e inoportuno.
El mal, es río que crece
y puede causar mil males,
por la furia de caudales
que nos arrastran mil veces,
sabes bien lo que mereces
por tantas cosas banales.
Solo hubo un varón prudente
que sufrió todos los males,
por causa de los caudales
de la maldita corriente,
que arrastra a tanta gente
con aguas y vendavales.
Aquel que no se endereza
o no quiere andar derecho
por no vivir al acecho,
muy caro la va a pagar;
pues siempre fue malo andar,
dándose golpes de pecho.
Todo el varón que es prudente
no debe temer los males;
pues no todos son iguales,
dentro del quebrantamiento;
y aunque sepas que no miento,
los males, son siempre males.
Hay males que son de herencia,
mas todos traen la ruina;
y nadie nos la destina;
pero se puede evitar
aunque es bueno recordar,
que el mal, no es cosa divina.
El pobre sufre mil veces
la injusticia del tirano;
que jamás le da una mano,
mas bien le mete en el pozo;
ya que para el rico es gozo,
cuando sufre un ser humano.
Satanás manda pesares;
más Cristo manda consuelos;
pero no pongas el velo
ni arrastres largas cadenas,
que esas no quitan tus penas.
Todo lo malo se hereda
dice un refrán español,
y esto lo sabe cualquiera,
que para ablandar la cera
se necesita calor,
aunque habrá quien no lo crea.
El destino de los pobres
es continuo sufrimiento,
arrastrado por el viento
del insensato egoísmo,
que niega el agua al sediento;
por causa del fanatismo.
El que siembra sin amor
tendrá que segar lamentos,
ya que historias, no son cuentos,
te lo digo con dolor.
¡No explotes al labrador,
porque le sobran tormentos!
Si ablandas tu corazón
ante quien te dio la vida,
jamás tendrás una herida
que trastorne tu razón;
pues todo será ilusión,
para el resto de tu vida.
El de humilde corazón
no teme peligro alguno,
y quiero ser oportuno
dando siempre la razón,
aunque alguien me crea un tuno;
que equivale a ser bribón.
El que envía las desdichas
jamás puede consolar;
ya que nadie puede dar
de aquello que se carece,
ya que el perverso merece
el mal que ha de pregonar.
Sí tu amas de corazón,
y vives con gran prudencia,
andarás en obediencia
-que es madre de la razón-
de la Verdad e ilusión,
de la paz y transparencia.
Cecilio García Fernández
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