lunes, 22 de agosto de 2011

OCTUBRE -26-10-2000-

¡Termino de levantarme
y  tengo muy triste el alma;
pues no llega lo que esperas,
y esto me altera la calma!
   Ayer  yo cumplí mis años;
 y me encuentro deprimido,
porque que llevas desengaños
que no tengo merecidos.
     Yo lucho, y sigo luchando;
aunque es dura la batalla;
porque el cuerpo se marchita,
y el sufrimiento   avasalla.
   Señor: ¿y mis ilusiones?
Hijo: ¡Tómalas con calma!
¡Mira lo que Yo he sufrido!
¿Es que no te llega al alma?
   ¡Hoy la mañana es obscura,
la  veo  por mi ventana!
La  ventana de  la  vida,
es  una amargura vana.
   Y yo sigo persistiendo,
de la tarde  a la mañana;
pero la vida es muy terca,
y no se rinde por  nada.
   Ya  no  me fío de nadie,
que tenga sangre en las venas.
Mi  esperanza  es  el  Señor;
¡el que sufrió por mis penas!
   Lo traicionamos los hombres,
hombres  que somos quimeras:
¡pero que nadie se asombre,
cuando  sufres y te apenas!
   Cristo  nos dijo  muy  claro:
¡Sígueme  y  coge  tu  cruz!
pero  hay que  pasar  el  aro,
para  llegar  a  Su  Luz.
   ¡Esta mañana  es muy  triste!
¿Qué tengo  en  el  corazón?
¡Mis lágrimas  ya  las  viste!
¡Salieron  del razón!
   Para  ganar  un  atleta,
necesita  entrenamiento,
y tiene que sufrir mucho,
hasta  el puro agotamiento.
   ¡La  mañana  está  muy  triste!
lo  tengo que  repetir.
¡La  vida  que Tú  me  la  diste!
¿Quién  la puede  discutir?
    Para  ganar  la  batalla,
hay que tener  armamento,
y  tener  una  muralla,
que te defienda  por  dentro.
Nos dices en Tú Palabra,
que cojamos Tú Gran Cruz,
para  que la  puerta  se abra;
y  recibamos    LUZ.
   El Señor tiene paciencia.
¡Quién  lo  pudiera  imitar!
¡ Ahí  radica  la  ciencia
que existe entre el bien y el mal!
   Dar de comer al hambriento,
es mandamiento de Cristo;
más, si alguno está sediento,
démosle agua, sin cinismo.
¿Qué hice yo  con mi Señor?
 ¡Yo  solo  supe  ultrajar!
¿Y el precio? ¿Es mi dolor?
Os lo quiero preguntar.
      Cruz, la siento pesada,
y  la  arrastro  con  dolor;
pero  debo  resistir,
para  gozar de Tú Amor.
   Ayer  yo  cumplía   años,
con más pena  que  dolor,
y  recibí  desengaños,
quizás  por falta de amor.
   Yo  lucho  con mi dolor,
y  no quiero partir pronto.
¡Hay que decir la verdad,
pero hay que luchar a fondo!
   Mi  fe  está  arraigada,
dentro  de  mi  corazón.
¿Quién la  puede  destruir
con Cristo en el corazón?
   Mi  fe  tiene  fundamento,
en  la  Sangre  del  Señor.
Él  dio  Su  vida  por  mí,
¿Puede haber mayor honor?
   Debo sufrir  las traiciones,
como  las sufrió  el  Señor.
Él lloró muy quebrantado,
para  ser  mi  Salvador.
Señor: Te  voy  a  pedir,
-porque tienes  gran poder-
que  me  des  sabiduría,
más paciencia  y más saber.
   Yo me siento muy seguro,
bajo las alas de Cristo,
porque  sigo Su Palabra,
que  me sacó del abismo.
   Dios bendiga  eternamente,
a los que me hacen sufrir.
Tengo que ser  consecuente,
y lo  tengo  que  decir.

Cecilio García Fernández

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