domingo, 28 de agosto de 2011

LAS VIDAS

La vida resulta cruda,
y  mala de digerir;
pues  naces  para morir,
por nacer ya pecadores,
causantes de mil dolores,
que  debemos  resistir.

Muchos que dicen ser sabios
viven en pura ignorancia;
por exceso de arrogancia,
pues se sienten superiores
a muchos admiradores
que tienen desde la infancia.

¿Pero cual es el destino
que le espera a un buen creyente?
Esto pregunta la gente
-los humildes, no los sabios-
 que son los que hacen agravios,
al más pobre e inocente.

Jesús prometió la vida
a todo el que crea en Él;
pero hay que ser hombre fiel,
y cumplir con Su Palabra,
la que en nuestra mente labra
el mejor amanecer.

Su Palabra es  tan sabia
tan  consecuente y activa,
que  jamás se nos olvida
porque se practica a diario;
pero esto no es un rosario,
que el solo se desactiva.

Renueva todas las mentes
que conocen su poder,
y es fácil de suponer,
que la fe se desarrolla
como  presión en la olla,
que no explota por cocer.

Nos hace nacer de nuevo
cambiando viejas costumbres
de ofensas y podredumbres,
de pensamientos perversos,
por eso escribo estos versos,
que tu puedes comprender.

   En la vida hay puñaladas
por la espalda y por el pecho,
dadas con todo el despecho
por las malditas envidias,
que son como las perfidias,
que son un puro deshecho.
  
   Si quieres  poder vencer
a las  tinieblas del mal,
no busques otro caudal
que el de Jesús  Nazareno,
porque fue el hombre más bueno
que tuvo la humanidad.

   Él dijo: Yo soy la puerta,
y no existe otro camino,
por eso al beber  el  bino,
bebo su Sangre preciosa,
muy santa, pura y gloriosa
que me lleva a Su destino.

Él puede cambiar las vidas,
Él nos quita los rencores
y todos los sinsabores
que el hombre está padeciendo,
porque nacimos sufriendo
de enfermedad y dolores.

Habla con Dios, que es tu Padre,
pues fue quien te dio la vida,
y Él te va curar la herida,
si tu le pides perdón,
pero con el corazón,
de forma muy decidida.

   Háblale como a un amigo
con toda sinceridad,
pues conoce tu maldad,
que te perdona al momento;
pero esto no es ningún cuento,
esto es la santa verdad.

   Tira todas las estampas
que son una maldición,
y no pierdas la razón
y entrégate solo a Cristo,
y verás lo que no has visto,
que es la mayor bendición.

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

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