Sé muy bien lo que es llorar;
porque yo vivo sufriendo,
y en este triste gemir,
yo tengo que discernir,
todo lo que estoy viviendo.
.
Yo no sé vivir sin Ti;
porque tú eres mi consuelo,
así, que te digo: sí,
té acepto aunque no te vi,
porque con la fe yo creo.
Sin Dios nada puedo hacer;
pues no tomo decisiones,
que me pueden deshacer,
en cualquier amanecer,
mis vanas aspiraciones
.
No presumo de vivir,
ya que la vida que tengo,
la tuve que recibir,
de aquel que hace concebir,
mi placer, o estar contento.
Yo no dependo de mí;
ni conozco mi mañana;
por eso yo pienso así,
que dependiendo de Ti,
bebo de la fuente clara.
Ya estoy más cerca de Ti,
y es más fuerte mi esperanza;
pero si no fuese así,
dime que seria de mí,
al faltarme Tu templanza.
El pez muere por su boca;
ya que se tragó el anzuelo;
pero a mí no me equivoca,
esa muchedumbre loca,
que se aparta del consuelo.
Cuando veo por la Tele
las violaciones constantes,
veo que hay poco consuelo
para el pobre niño errante.
Vivir, es estar muriendo;
ya que todo es padecer,
porque sé que padeciendo;
es como estoy comprendiendo,
que existe otro amanecer.
Ya sé que vives en mí.
Ya sé que soy servidor;
Ya sé que todo es así;
Ya sé que no Te perdí;
Ya sé que Tú eres Amor.
Tú ya me diste mil pruebas,
con Tú paciencia infinita,
y sé que no desapruebas,
cuando lucho en mil peleas,
por Tus Palabras Benditas.
Yo me gozo en Tú Palabra,
que es pura sabiduría,
para que Tú Puerta se abra
y entre todo aquel labra,
en tú Tierra Prometida.
La muerte, es mi esperanza;
¿Para que quiero vivir?
Aquí no existe bonanza,
que es hija de la templanza;
por eso quiero partir.
Que nadie llore mi muerte;
pues parto para vivir,
ya que este vivir es suerte,
solo para conocerte,
en un nuevo resurgir.
Sácame ya de ésta prueba,
que tengo que padecer,
bajo la ley del que aterra,
que fue quien trajo la guerra,
¡más no me puede vencer!
Gracias a tú Santa Sangre,
vivo con mucha esperanza,
porque aquí, la vida es corta;
más contigo sé que es larga.
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