Yo jamás tuve otra escuela
que la que me dio el trabajo,
ni he conocido otro atajo
para luchar dignamente,
y mirar siempre de frente
al mas alto, y al más bajo.
Aprender, no aprendí mucho,
como es fácil comprender,
pero he podido saber
que mi confianza está en Dios,
y esto, os lo expreso a vos,
si es que lo queréis saber.
Aprovechemos la vida,
y saquémosle provecho
de todo lo que es bien hecho,
y lo malo que resbale,
ya que aquello que no vale,
son como golpes de pecho.
Pido a Dios, porque me escucha,
que me quite los defectos,
sé que no hay hombre perfecto;
mas yo quiero mejorar;
por eso, antes de hablar,
dame unos buenos consejos.
Obremos con humildad,
porque no es cuestión baldía;
ya que luchar, día a día,
es la forma de triunfar.
El que se pueda humillar,
es hombre de gran valía.
Es de sabios, el saber,
y no perder la paciencia,
ni el tiempo, ni la vergüenza,
ni la sensatez y el juicio,
y el que es esclavo, de un vicio,
que le pida a Dios clemencia.
El necio, no cree en Dios,
y es tan necio que reniega,
de aquello, que el mismo niega,
porque el es, ¡la negación!
¿O es que existe otra razón
que el hombre humilde no vea?
Muchas veces - en amores-
hay que saber entonar,
bailar, y también cantar
y templar el instrumento,
tanto en cuerda, como en viento.
Ver que regalo consejos,
siendo yo gran pecador;
perdónenme por favor,
este desliz tan humano,
no me hundir, denme la mano.
¡Os lo pido por favor!
¡Qué fácil es dar consejos:
medité más de una vez!
Tú también, quizás, tal vez,
has entrado en mis razones;
pero esto, son alusiones
que veremos otra vez.
Hay que imitar al Maestro
que ha nacido en Galilea,
y aquel que así no lo crea
comete gran desatino,
y le espera mal destino,
aunque él así, no lo vea.
Lo escribo solemnemente,
y espero que no le asombre,
porque no existe otro nombre (Jesús)
dado al hombre en esta tierra,
que para aplacar la guerra,
clame a Dios, pero en su nombre.
Si te das por ofendido,
por llamar necio al ateo,
eso en la Biblia yo leo,
y esta Palabra es bendita,
y aquel que no la practica,
no cree, lo que yo creo.
Buscar los dones de Dios
que todos son meritorios,
y olvidar los repertorios
de palabras malsonantes,
que siempre son las causantes
de los males migratorios.
San Martín de Podes
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