viernes, 26 de agosto de 2011

MISTERIOS

   ¡La Trinidad es misterio!
¡Hay que lo reconocer!
Pero es un buen refrigerio,
que debo tomar en serio,
como cualquier otro ser.

   Jesús estuvo en la tierra
obedeciendo a su Padre,
su Palabra no es de guerra;
pero a más de uno le aterra,
por ser el mundo un desmadre.

   Caminó con sus sandalias
por caminos polvorientos,
para despertar las almas
que duermen bajo las palmas,
con dudas y sufrimientos.

    ¡Oh!, mi Maestro Divino,
muerto de frío en Belén;
ahora bebemos tu vino,
aunque no hilamos muy fino;
porque no hacemos el bien.

   Te han clavado en una Cruz
igual que a un vulgar ladrón,
siendo Tú nuestra Gran Luz.
Hombres, como el avestruz,
han perdido la razón.

   Sufriste la sinrazón
de los hombres pecadores,
que tienen mal corazón
y renuncian al perdón
porque se sienten “señores”.

   Andan con las religiones
que son costumbres paganas,
y no tienen bendiciones,
por sus duros corazones,
perdidos, como manadas.

   Nos tenemos que humillar
ante quien nos dio el poder,
de saber suministrar
en el duro caminar,
por ganar su dulce Miel.

   Él ya nos mostró el camino.


Ahora sigamos  sus pasos,
porque fue Santo y Divino
brindándonos con su vino
y con su Espíritu Santo.

   Él pagó bien por nosotros,
padeciendo  humillación,
que no pueden sufrir otros,
indomables -como potros-
que nunca ven la razón.

   Soy la Verdad y el Camino,
Yo Soy la Luz verdadera.
¡Ya no existe otro destino!
¡Bebamos todos Su vino,
para no morir de pena!
.
Jesús, siempre está a la puerta
esperando la llamada,
y esa Verdad es tan cierta,
como el hombre que no acierta,
y lo da todo, por nada.

    El mundo nos da miserias,
nos mete en la corrupción,
nos mete en la gran mentira,
con su afloja, y con su estira,
de una falsa religión.

   ¡Mirar los “sabios” del mundo”
que con su gran egoísmo,
caen en lo más profundo,
lo mismo que un moribundo,
que no sale del abismo!

   Por causa del “consumismo”
el rico, más se enriquece;
y el pobre, que hace lo mismo,
va de cabeza al abismo,
y en sus miserias perece.

   ¡Quieren arreglar el mundo
sin cambiar los corazones;
más, si yo no me confundo,
vamos como trotamundos;
pero sin dar soluciones!

 Cecilio García Fernández

San Martín de Podes

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