Los peces en el mar, trazan con curvas,
cuando buscan, ó huyen de una presa,
y luchan en sus aguas, que hoy son turbias,
y sirven de festín, en nuestras mesas.
Los enemigos existen por desgracia,
en los mares los cielos y en la tierra,
pero los grandes, luchan con su gracia,
comiendo al pez pequeño, que se aterra.
También los pájaros, que crían en los nidos,
sienten el sufrimiento de ésta guerra:
por no hallarse bastante protegidos,
sin poder formular, su humilde y triste queja;
pues no luchan para aumentar su cuenta,
ni tampoco pretenden hacer una cruzada.
Desconocen el mal, y no torturan,
como hacemos los humanos diariamente;
puesto que ellos, ni critican ni murmuran,
y aceptan su destino humildemente.
Ellos se ayudan, unidos en manadas,
y no toman revanchas, en su lucha.
y Dios los alimenta, de forma organizada.
recibiendo el calor, y lluvia como ducha.
Imitemos a peces, y a animales,
que no matan por envidias, ni rencores,
jamás luchan por causas tan banales,
como hacemos los hombres, sin honores.
Oremos de noche y día, por toda la humanidad.
Oremos por quien no cree, pues vive en la obscuridad.
Oremos por esos pobres que adoran a los humanos,
que solo aman el poder, y tienen sucias sus manos;
porque engañan a las almas, los considero tiranos;
Dios nos prohibe mentir, mis queridos ciudadanos.
Con toda la fe que tengo, voy a pedir al Señor,
que les quite esas vendas, que causan tanto dolor,
pues recuerdo malos tiempos, fruto de la Inquisición ,
cuando quemaban cristianos, como quien quema carbón.
Además de perdonarlos, dales mucha humillación,
porque el orgullo es dañino, y destroza el corazón,
y va cerrando caminos, que van a la Salvación.
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