lunes, 22 de agosto de 2011

OREMOS POR LOS NIÑOS POBRES

Oremos por esos niños
que duermen por los portales,
 algunos barbilampiños
y otros casi con pañales.
Oremos con toda entrega
porque, si no amas los niños,
Dios ha de pedirnos cuentas
pues necesitan cariños.
Niños que comen un día
lo de toda la semana,
luego van al basurero
haber si hay una banana.
También les mandan sus padres
a robar por los mercados,
o haber si “pillan” un bolso
al que esté más despistado.
Niños que son todo amor
y que te llenan de besos,
niños que no ven la leche
y no saben lo que es queso.
Niños que pisan el barro
como si fuese una alfombra.
Niños que quieren volar
como una ligera alondra.
Niños que son preferidos
por el Salvador Jesús.
Niños hechos vagabundos
víctimas del autobús.
Niños que son despreciados,
hijos de madre soltera,
que los echan a la calle
y andan solos por la acera.
Niños que van a las guerras
a matar seres humanos,
luego regresan a casa
con un brazo, o una mano.
Niños que son despreciados
si se acercan a nosotros
porque que les vemos muy sucios
y no visten como otros.
Al despreciar a esos niños
despreciamos al Señor,
porque Él se duele por ellos
y los quiere con Su amor.
Los niños son como flores,
en aroma y en color,
en ternura desmedida,
con su fragancia y olor.

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