sábado, 27 de agosto de 2011

LUCIANO VILLAR


Querido cuñado mío, hombre de meditación.
Te voy a escribir un verso, que sale del corazón.
La vida jamás se acaba, aunque lo pongas en duda,
Nuestros huesos van al horno, también a la sepultura,
Nos quedan muy pocos años, de lucha, en esta vida,
Pero, ¿para que luchamos? ¿Qué objeto tiene la vida?
Nos conocimos “ayer”, ¡y  ya partimos mañana!
La vida tiene un sentido, sino, sería muy vana,
Por causa de la maldad que existe en los corazones,
Estamos pagando caro, todas nuestras sinrazones.
Que Jesús vino a la tierra, eso no se pone en duda:
Pero hay que decir: Lo creo; mas la lengua queda muda.
Nos engañan de pequeños, con suma facilidad;
Luego, si la vida es sueño, está llena de maldad.
Hacen un santo de un tronco, quizás de buena madera,
Lo cubren con oro fino, o con delicada tela.
Si un volcán lanza sus lavas, con su furia impresionante,
Sacan el “santo de turno”, y el volcán cesa al instante.
A Cristo, le lleva el papa, muerto, clavado en la cruz,
Pero Cristo sigue vivo, nos salva y nos da la Luz.
Cristo perdona el pecado, porque él no fue pecador.
Los hombres no perdonamos. Hay que salir de ese error.
Cuando tu cuerpo se apague, no valen los funerales,
Eso, todo son inventos, para chupar tus caudales.
Los rosarios que te recen, son pura palabrería,
Son todo repeticiones, inventadas un mal día.
Tu puedes hablar con Dios, como si fuera tu amigo,
Cristo es nuestro intermediario, créeme lo que te digo.
La salvación la da Cristo, sin cobrar ni una peseta,
Y los que cobrar por eso, pertenecen a una secta.
Jesús no tuvo palacios, para el invierno y verano,
Y comía con los pobres, pues todos somos hermanos.
Jesús vivía normal, como cualquier ciudadano,
Y jamás gozó de  escoltas, como “otros” ciudadanos.
Jesús no vino a exhibirse. ¡Él solo vino a servir!
Él ha muerto torturado, ¡por salvarte a ti y mí!
No necesitas incienso, y menos agua bendita,
Necesitas a Jesús, lo demás, se nos marchita.
No creas en purgatorios, fue un invento vaticano,
Que les da mucho dinero; pero esto, todo es pagano.
Humíllate ante Jesús, y él te concede el perdón,
Olvidando tu pasado, y dándote salvación.
No te humilles ante un hombre, y menos, ante un madero,
Hay que humillarse ante Cristo, único Dios verdadero.

Recibe un abrazo de tu cuñado,
Cecilio García Fernández
 


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