viernes, 26 de agosto de 2011

MORALEJAS

   Mirar que el hombre se esfuerza

y lucha por todas partes.
No vale esfuerzos, ni fuerzas,
seso, ni mañas ni artes.
   ¿Qué vale un consejo ajeno
si no hay enmienda o castigo?
¿Cómo es lo malo o lo bueno,
si no haces el bien que digo?

  El fuego, es pura brasa
que incluso puede matar,
y a todo el que se desfasa
lo termina por quemar.
   Ignoro -si alguien me entiende-
que matar el fuego es cruel,
pero todo el que lo enciende
sabe si es por mal o bien.

   Hay fuegos abrasadores
que solo nos traen mal;
pero los más habladores
abrasan  a  tal  y  a  cual.
   Lenguas que queman el alma,
lenguas que causáis dolor,
lenguas que sois un veneno,
madres de todo el rencor.

   No me excuso de pedir
remedio para este mal;
y  lo  tengo  que  decir
caiga bien, o caiga mal.
   ¿Por qué seremos tan flacos
o tan llenos de flaquezas?
Porque somos muy opacos
y  llenos  de  sutilezas.

   La falta de transparencia
es  por  la  falta de amor,
por no andar en obediencia
y  tener  poco  temor.
   Los males que padecemos
tienen  una  solución:
Darlos, si lo merecemos,
al Cristo de Salvación.

   ¡Cuánta sangre de Caín
tiene la gente del “mundo”!
¿No sabes cual es su fin?
¡Irán a lo más profundo!
   La codicia de los hombres
ve tras la muerte, la herencia.
Ni te asustes ni te asombres
ni opongas más resistencia.

   Iba un necio pensativo
buscando fuente dorada;
pero quedó persuadido,
que no le sirve de nada.
   ¡Cuantas veces he bailado
con la guapa y con la fea,
cuantas veces he alumbrado
con un buen trozo de tea.

   Bendito quien nos bendice,
bendito quien no aborrece,
bendito todo el que dice:
ayuda a quien más decrece.
   No oprimir al oprimido
ni abusar del renegado,
el primero está afligido
y el segundo condenado.

   Hay que educar a los niños
que serán hombres mañana,
y tratarlos con cariño;
pero jamás darles “caña”.
   Los niños abandonados
poco fruto pueden dar,
han sido muy maltratados
y así nos van a pagar.

   Para recoger buen fruto
sembremos buenas semillas,
jamás te vistas de luto
ni camines de rodillas.
   Arrodíllate ante Dios
por ser el Gran Soberano,
y nunca vayas en pos
de un humilde ciudadano.

Cecilio García Fernández
San Martín de Podes

No hay comentarios:

Publicar un comentario