Que mi lengua no se trabe,
pues no me quiero turbar
cuando yo pretendo hablar
con mi torpeza y cultura,
de esta vida corta y dura,
que amarga hasta el paladar.
Que mi lengua sea frenada
por el que me ha dado el ser;
pues pudiera suceder,
que si mi lengua es ligera,
sería una gran quimera
que hablara sin ofender.
Y es que quiero más cultura,
que yo la añoro en exceso,
como se anhela, un buen beso,
que no se puede obtener.
Decidme: ¿qué puedo hacer?
¡Amar! ¡Y confórmate con eso!
Una guerra me ha truncado;
más, no me puedo quejar;
porque he aprendido a luchar
sin perder una batalla;
y aprendí, que aquel que calla,
es que ha aprendió a escuchar.
Y sigo con más preguntas,
con la respuesta debida:
¿por qué existen las heridas,
y son duras como cuestas?
¡Señor: dame una respuesta!
¡Ya que me diste la vida!
Escuchadme por favor:
Respondedme a esta pregunta:
¿Por qué el tiempo, que no abunda,
no se puede controlar?
¡Solo Dios nos puede dar,
una respuesta profunda!
Dios de la Sabiduría,
del amor y la paciencia,
el que ha creado la ciencia:
¿por qué me has de soportar
si en mi triste caminar
nunca anduve en obediencia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario