viernes, 12 de agosto de 2011

¿Quién nos mete en las guerras?

     Yo conocí, siendo niño,
el odio que dan las guerras,
porque te dejan sin padre,
y aquí no se admiten quejas.
     El hambre está con los pobres,
y jamás los abandona-
los ricos son los que comen
me ha dicho mi tía Ramona.
     Las cárceles están llenas
siempre de los perdedores
de los que aguantan los palos
tormentos y mas dolores.
    Los ganadores son buenos
en toda la guerra humana;
y los que pierden son malos,
como  la  raza  gitana.
     Las guerras jamás son santas-
como nos hacen creer-
porque el Dios que yo conozco
siempre me manda hacer bien.
     Los niños aman el cante
más  no  por  obligación;
porque yo sufrí mis penas,
cuando canté- “Cara al Sol”-.
     Cuando ganan los de “arriba”
siempre pierden los de “abajo”;
y quien paga el plato roto
es el del nivel más bajo.
     Los pobres siempre sufriendo
y el explotador “gozando”;
los unos andan pidiendo
y los otros no andan dando.
     Los que fundaron las guerras
fueron hombres ambiciosos
que les gustan los dominios
de terrenos muy valiosos.
     Los frutos que dan las guerras
 son los muertos, más el hambre,
y como nadie trabaja,
el estraperlo se expande.
     Con las guerras todos pierden;
pues jamás llega la paz,
porque quien siembra veneno
es como un ave rapaz.
     Todos  tenemos  razón;
pero nadie entra en razones.
¡Pues vamos luchar a muerte
a destrozar corazones!.    
     En todas las guerras “santas”
se lucha por fanatismo;
porque quien no asiste a misa,
¡dicen que se va al abismo!.
   ¡Malditas sean las guerras
que solo traen desgracias,
enemistades muy grandes,
a cualquier pueblo que vayas!.
     Hijo: ¡No andes con Marcela
que su padre es de derechas,
no quiero guerra en mi casa,
quiero las cosas bien hechas!.
    ¡Madre del alma querida,
no rompas mi corazón,
que Marcelina y es muy buena,
siempre me da la razón!.
     Si  te casas con Marcela
ya puedes buscar tu casa;
pues las malas  parentelas
me queman más que las brasas.
      Hay que luchar por la paz,
y una amistad duradera
como viven los del Campo
con el barrio La Reguera.
      Todo el que se siente sabio,
ha de humillar su cerviz;
ya que todos olfateamos
por nuestra propia nariz.
      Somos de una misma raza,
de una misma condición,
y hay que trabajar con gracia
y buena disposición.
      Todos nacimos desnudos
y así vamos a partir;
tanto el rico como el pobre
nos tenemos que morir.
     Todos, por mucho que mientas,
tenemos un Creador,
y aunque quizás no me creas,
te  lo  digo  con  amor.
      Hay que aprovechar el tiempo
que por desgracia no estira;
apóyate en las verdades
y no andes con más mentiras.
      La conducta de los niños
es base y es  fundamento,
para formar sociedades
.sabias  y de amor eterno.
     Solo existe una Verdad
que es sabia, si hay obediencia,
cumpliendo con la Palabra
que es superior a la ciencia.
    ¡Mirar que son cuatro días,
amigos de San Martín!,
las cosas que se complican
jamás tendrán un buen fin.

Cecilio García Fernández

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