sábado, 13 de agosto de 2011

PROVERBIOS DE SALOMÓN

27:1. No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día. (2 Alábete el extraño y no tu propia boca; el ajeno y no los labios tuyos. (3  Pesada es la piedra, y la arena pesa; más la ira del necio es más pesada que ambas. (4 Cruel es la ira, e impetuoso el furor; más  ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?. (5 Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. (7 El hombre saciado desprecia el panal de miel; pero al hambriento todo lo amargo es dulce. (10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni vayas a la casa de tu hermano en el día de aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejos. (18 Quien cuida la higuera comerá su fruto, y el que mira por los intereses de su señor, tendrá honra. (22 Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, no se apartará de él su necedad. 28:11. El hombre rico es sabio en su propia opinión; más el pobre entendido lo escudriña. (12. Cuando los  justos se alegran, grande es la gloria; más cuando se levantan los impíos, tienen que esconderse los hombres. (14. Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; más el que endurece su corazón caerá en el mal. (21. Hacer acepción de personas no es bueno; hasta por un bocado de pan previcará el hombre. (26. El que confía en su propio corazón es necio; más el que camina en sabiduría será librado. (27. El que da al pobre no tendrá pobreza; más el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones. 


Leamos bien los Proverbios 
para aprender de memoria;
pues Cristo nos da la gloria,
que buena falta nos hace,
porque bien nos satisface
no andar igual que la noria.

Ya ves que amparan al pobre
al humilde y al hambriento;
y a quien le falta el sustento;
por  carecer  de  justicia,
y abundancia de avaricia
en un mundo descontento.

Las envidias nos corroen
ya que no estamos contentos
y por eso los lamentos
destrozan los corazones,
sin que existan las razones
ni tampoco los eventos.

Las ambiciones son crueles;
pues quitan la paz del alma,
y no alcanzamos la calma
que es la que regala Cristo,
que por cierto está mal visto
y eso que es la Fuente Clara.

Salomón fue un hombre sabio
que adquirió sabiduría
por pedirla a Dios un día
que estaba muy quebrantado,
y no miró a al otro lado;
miró, a donde debía.

Dios le colmó del saber
para poder gobernar,
que no es igual que mandar,
pues hay que entrar en razones
y no humillar corazones,
que están rotos por llorar.

Dios le dio sabiduría
y le colmó de riquezas,
y aunque conoció flaquezas,
él supo entrar en razones,
no humillando  corazones
que le expresaban sus quejas.

Señor: ¡Dame a mi humildad
y algo de sabiduría!,
para que pueda, algún día,
repartir entre las gentes
que se siente muy potentes,
con soberbia  altanería.

Cecilio García Fernández.

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