PROVERBIOS 3: 13. Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría y obtiene la inteligencia; 14 porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. 19 Dios con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia. 21 Hijo mío, que no se aparten estas cosas de tus ojos; y guarda la ley y el consejo, 22 que serán vida de tu alma, y gracia a tu cuello.. 23 Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pié no tropezará. 24 Cuando te acuestes no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato.
Los Proverbios me fascinan;
pues tienen un gran poder,
y remueven mi conciencia
y calman mi padecer.
Si Dios me diera memoria,
en mi mente los guardaba;
pues es cosa bien notoria,
que el sabio jamás se alaba.
Yo suelo ser vanidoso,
y a mi Dios pido perdón,
ya que es de necios hablar
de uno mismo, sin razón.
Los Proverbios y los Salmos,
son una gran bendición,
y aquel que no opina así,
ha perdido la razón.
En sus palabras encuentras
las razones del Señor.
Aquí no hay palabras necias,
hay consejos y hay amor.
Guarda Su ley y consejo
que son la vida del alma;
luego mírate al espejo
y verás tu rostro en calma.
No te niegues a hacer bien
de tu pequeña “fortuna”.
Tu barriga está muy llena;
pero hay quien no desayuna.
Jamás te metas en pleitos,
cuando no tienes razón.
¡Examínate por dentro
Y mira tu corazón!
No envidies al hombre injusto
ni vayas por sus caminos,
hay que evitar los disgustos
y no andar con desatinos.
Andar por caminos rectos,
por veredas de justicia,
no caigamos en el hoyo
por causa de la avaricia.
Amemos la discreción;
pues tiene buen fundamento,
y cuida tu inteligencia
que es el más rico portento.
No andes por malas veredas
para librarte del mal.
Hay que andar muy rectamente,
y además, siempre hay que amar.
Hay caminos muy derechos;
pero los hay tenebrosos.
No demos golpes de pecho
cuando somos vanidosos.
Huye de mujer extraña
que te halaga con palabras,
y olvida a su compañero
porque tiene malas mañas.
Busca la sabiduría
y también la inteligencia.
Huye de la burguesía
ya que no tienen clemencia.
Leer las palabras sabias
que tienen las escrituras.
No te fíes de los hombres;
porque vivimos a oscuras.
Hay que hablar de las palabras
que nos regaló Jesús,
y no hagas tu voluntad
y ríndete ante la Cruz.
Piensa que no somos nada
y el pecado nos marchita.
¡Quien da su espalda a Jesús
su estado se debilita!.
Cecilio García Fernández
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