jueves, 4 de agosto de 2011

No me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree. Romanos 1:16.

   Aparentemente, se habla mucho de creer y de la fe en Dios. Muchos son los que dicen, yo sí creo; pero ¿qué es lo que creen? Hablando de creencias, en alguna parte leí una historia, anécdota, sobre un acróbata que, antes de pasar andando sobre una cuerda, sin red de protección, preguntó al público que le miraba entusiasmado: ¿Cuántos de Uds. creen que voy a pasar andando de un extremo a otro de la cuerda? Todos levantaron la mano en señal de aprobación. Y ¿cuántos creen que puedo pasar con esta carretilla sin caerme? También todos levantaron la mano como acto de aprobación. Total que todos creían, todos tenían fe en el artista: Cuando se dirigió a una señora, que también tenía fe en él, le mandó subiese a la carretilla, y la buena señora perdió la fe y se desmayo.

   Bueno, el ejemplo es claro y contundente. Así es la fe de la mayoría de los cristianos, por desgracia. Creer y no subirse a la carretilla, --la Palabra de Dios – es el gran problema. Creo; pero no me pidas nada. Dame; pero no me pidas nada. Ayúdame en este problema; pero tampoco me pidas nada. Dios solo nos pide fe y fidelidad a esa fe, obras, de acuerdo a esa fe. No obras de nuestro esfuerzo personal. No fuimos salvos por obras. Somos salvos por gracia, por la fe en Cristo Jesús, por el derramamiento de su Sangre, por su Resurrección. ¡Sois salvos por gracia, no por obras, para que nadie se gloríe! Es muy diferente. ¿Qué podemos dar nosotros personalmente que agrade a Dios, excepto fe en Cristo y cumplir con la voluntad de Dios, expresada en su Palabra, escrita en la Biblia?

   Dios nos pide, y lo expresa muy claro si queremos leerlo, que le demos gracias por todo, ya que todo cuanto tenemos es obra de sus manos, hasta el oxígeno. Los sufrimientos, angustias enfermedad y muerte es el resultado del pecado, aunque todos decimos ser muy buenos. Quiere que le adoremos con cánticos, salmos y que perdonemos a nuestros enemigos, tal como él nos perdonó y nos perdona tantas veces como caigamos.

   La fe es la convicción de lo que no se ve. La señora del circo no vio pasar a nadie sobre la carretilla y dejó de creer. La fe es el convencimiento de que todas las promesas de Dios se van a cumplir; pero las de Dios, no las de las altas autoridades de las diferentes iglesias.

   Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay. Jesús dijo: Id por todo el mundo y predicar el Evangelio; pero lo dijo a todo aquel que cree en él. La obra de Dios tenemos que desarrollarla todos, no es cuestión de estudiar mucha filosofía y teología, todo necesario; pero los apóstoles, que no fueron solamente doce, sabían muy poco de filosofía, Jesús les pedía más fe.

   Cuando verdaderamente tenemos fe en Cristo, no en religiones, Dios nos transmite una seguridad y confianza que solo la puede comprender quien tiene fe auténtica.

   Las cosas que se ven todas son temporales, tienen principio y fin; pero las que no se ven son eternas. Lo que vemos, el mundo material que nos rodea, es visible; pero tiene un fin, bastante corto. Por medio de nuestros cinco sentidos descubrimos el mundo material, vemos, oímos, olfateamos, tenemos gusto, tacto; pero el mundo espiritual, a través de la mente, es el mundo de las ideas, de los sentimientos, de la voluntad, relaciones personales y valores morales, justicia, bondad, verdad, confianza; pero también hallamos la mentira y las innumerables fuerzas del mal. Sin fe somos pequeñas bestias, nos guiamos por los instintos, como los animales, peor aún, ya que los animales cazan, para comer, no podemos decir que matan. Los que matamos somos nosotros; pero Dios, en su gran misericordia perdona al mayor criminal, si hay arrepentimiento y fe. ¡Todo lo demás…es folclore, pinturas, estampas, todo obra de artistas, todo engaño. ¿Hasta cuándo? ¡Dios ya lo sabe!

   Para poder creer hay que conocer, hay que leer y escuchar la Palabra de Dios. Jesús sigue vivo, no ha muerto, obra hoy como ayer y obrará mañana. Él es nuestra única salvación.


Cecilio García Fernández
14-3-07

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