jueves, 4 de agosto de 2011

TELEVISIÓN ESPAÑOLA

Por no defenderme bien, por causa de un accidente, veo la televisión; pero además diariamente.
Yo jamás pierdo mi tiempo, que considero sagrado, por ver solo vanidades, que ya las tengo olvidado.
Veo siempre reportajes sobre la triste existencia, de los puebles de éste mundo, donde reina la indecencia.
Conozco los dictadores, los presentes y pasados, los jóvenes y los viejos, con sus pueblos desolados.
No luches por tu verdad, pues irás al paredón, donde murieron  valientes que  llevo en mi corazón.
Yo, como tengo mis años, conozco los entresijos de los que al mundo destrozan y andan con el piñón fijo.
Los dictadores tiranos, que muestra televisión, presumen mucho de humanos; más no tienen corazón.
Las religiones de “turno”, son su seguro de vida, te van chupando la sangre, que ha dejado nuestra herida.
Suelen salir bajo palios, con sus dioses de madera, y van respirando incienso, y también huelen a cera.
Pocos dejan su mandato. ¡Resisten hasta la muerte! Ellos, son los elegidos, y protegen a sus gentes.
Los pueblos se mueren de hambre. Niños que son esqueletos; pero , poco les importa. Son carne de parapeto.
El corazón se destroza al ver tanto sufrimiento. Luego presumen de ricoson viejos esperpentos.
¡Señor! Ten misericordia de tanto niño inocente. Ya sé que tienen la Gloria; más  Quiero que los apacientes.
Los ricos van a “su misa”, para dar gracias a Dios, por darles tanta fortuna gracias a nuestro sudor.
¡Levantamos el país! –oyes siempre por la tele- Lo que sube es la inflación,-cosa que no nos conviene-
El clero ganó éste año, muchos miles de millon, y los  mueren de hambre, saquemos las conclusiones
Hay muchas capas bordadas, con oro y perlas preciosas, y tenemos muchos bancos y  sobran algunas joyas.
Y los hombres se estremecen, al ver esas procesiones, y aplauden de tal manera, que desgarran corazones.
Mi imagen es la más grande, además no es de madera. ¿De que crees que es la mía? Seguramente de cera.
La mía si que es gran santa, pues le pedí mucha tela, y me ha concedido el gordo, además de la quiniela.
Y los tallistas se forran trabajando la madera, haciendo santas y santos; pero además de primera.
¿Y qué dirá mi Jesús, de toda la idolatría? ¡Jesús no nos da dinero!  -Esto es la gran osadía-
¿Quién dio Su Sangre en la Cruz y sufrió miles de azotes?. ¡Solo pudo ser Jesús, clavado sobre barrotes!
¡Aquel que no crea en Mí, jamás entrará en el Cielo!. Tú tienes la gloria aquí, con tu manchado dinero.
María que fue una Santa, de los pies a la cabeza, fue la madre más humilde que ha nacido en ésta tierra.
Fue la Madre de Jesús; ella no es madre de Dios, ya que Dios no tiene madre. Él  a  María creó.
¡Despertar, pueblos dormidos, y olvidar las cosas vanas! y adoremos a Jesús; pero con todas las ganas.
Hay un gran intermediario, que se llama Jesucristo. Fue humilde y se humilló. Huyamos del fanatismo.
Gracias Señor de la vida, por darme Tu salvación. No la tengo merecida; pero me diste el perdón.
Te doy gracias por la vida. Te doy gracias por Tu amor, y aunque yo siga sufriendo, para mi, es un honor.
Señor te pido por todos, incluso por dictadores. También pido por los ricos ¡Tócales los corazones!
¡Dios de la misericordia!.Este mundo es corrupción. ¡Abre los ojos a todos, que no ven por su ambición!
El camino es muy estrecho para hallar la salvación; pero es muy ancha la puerta que lleva a la perdición.
La justicia que tenemos, es justicia adulterada, es la justicia del fuerte y el pobre no tiene nada.
Si tienes varios millones te sacamos a la calle; pero como no lo tengas, lo mejor es que te calles.
Políticos corrompidos, por las malditas pesetas. No tendréis salvación. Sois como panderetas.
Nadie lee la Palabra que el Señor nos ha donado; porque resulta exigente. ¡Miran para el otro lado!
Como Jesús es amor, no olvidará la justicia. Tener amor y valor, para dejar la avaricia.
Te pido Señor Bendito, siempre por medio de Cristo, que toques  a los farsantes, porque esto jamás se ha visto.
El que vive sin conciencia, renuncia a su salvación. ¡Por Dios, que se humillen todos y Cristo les da el perdón!
No usurpar Su Sacrificio, porque sangre Le costó, y eso no lo invente yo, porque no tengo ese vicio.
Es Santo quien sigue a Cristo, con todas las consecuencias; más las vanas apariencias, nos llevarán al abismo.
Nombran santos a la carta, con suma facilidad, porque es grande su maldad, por el maldito dinero;
pero siempre ha sido el Clero el  que hace los desaguisos;  más Cristo dio los avisos,  al último y al primero.
Todo aquel que sigue a Cristo, y no anda en idolatría, que se considere Santo, y no es ninguna osadía.
¿Alguien me puede decir, si un buen tronco de madera, me puede a mí bendecir, o hacer conmigo carrera?
Y las velas encendidas, ¿a quién pueden alumbrar? Las heridas corrompidas jamás se pueden curar.
¿Y que nos dice el Señor en Su Santa y fiel Palabra? Que Él nos cura las heridas y nos libra del dolor.
Cristo ama al pecador;  pero no ama el pecado, por  eso yo hablo tan claro, y lo digo sin rencor.
No valen capas bordadas, no existen las “indulgencias”, que valen un dineral, y acaban con las paciencias.
No sirven las letanías que recé de sacristán, vale la Sangre de Cristo, el que nació en un portal.
Yo no quiero procesiones, con capas muy relucientes, que engañan a humildes gentes, por falta de información.
Yo quiero un Dios de Verdad, que sacrificó Su Vida,  y dio Sangre por su herida, por salvar la humanidad.
Quiero al Dios del Gran Amor, que ama con toda humildad, sin conocer la maldad, que perdona nuestro error.
Hay miles de religiones y todas son de mentira; pues los hombres, somos hombres porque nos dieron la vida.
Jesús perdona a los hombres, y  también a las mujeres; pero hay que rendirse a Cristo, y no tener más mujeres.
Háblale como a un amigo, háblale como a tu hermano, pídele perdón primero, y él te concede su mano.
Orar, es hablar con Dios, y decirle lo que sientes, y él te da  su bendición, y no hay más inconvenientes.
Quien repite las palabras, aprendidas de memoria, no va por la calle recta; pues da vueltas a la noria.
Vuelve leer éste escrito, aunque tiene mucha letra; pero te enseña el camino y ésta es la mejor receta.

Cecilio García Fernández.


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