lunes, 15 de agosto de 2011

¡POBRES VIEJOS!

   El sabio que da consejos

no se deja aconsejar;
yo no me voy a “fiar”
de quien de tal forma actúa,
porque él,  se desvirtúa
en su triste caminar
.
     Estas cosas yo medito
para activar más mi mente;
y lo digo humildemente
porque cada año que pasa,
me quema más que una brasa
cuando ya está incandescente.

     Cuando mi mente se activa
supera mis años mozos;
pero en mi piel, hay destrozos
que no puedo reparar;
por eso, debo callar
y andar con músculos flojos.

     Rompe la carrocería,
se rompen también los frenos;
hay rayos, y también truenos;
pero pasa la tormenta,
y el necio no se da cuenta
que aprendes con escarmientos.

     Andan mal los engranajes,
andan mal los rodamientos,
y hasta rompen los asientos
porque el hueso ya endurece,
y aquel que sigue en sus trece,
no cambia de pensamientos.

      Si el viejo está muy torcido,
-me refiero al pensamiento-
es porque sopló algún viento
en su mente retorcida,
y le causó alguna herida,
causa de su sufrimiento.

     Cuando tuerce el esqueleto
hay que coger el bastón,
ésta es la mejor razón
para seguir caminando;
también, y de cuando en cuando,
¡unas gotas de ilusión!
    
     Los filtros, filtran muy mal,
pasa mal la gasolina;
este coche a mí me arruina,
¡mas no se puede cambiar!
¡seguiré mi caminar,
aunque todo se termina!

     ¡Que respeten a los viejos!,
 y si andan con gente extraña,
-maltratarlos no es hazaña-
y andemos, ¡ojo visor!,
porque es muy malo el traidor
que a veces nos acompaña.

     En estos tiempos que corren
caminemos con prudencia,
y vayamos con paciencia
hasta llegar a la meta.
¡No quedar en la cuneta,
que nos protege la ciencia!

      No perdamos la ilusión
ni tampoco la vergüenza;
saber bien lo que se piensa
es proceder con buen juicio;
pero aquel que coge un vicio
el pobre, muy mal comienza.

      Cuando las fuerzas flaquean
ya llega la decadencia,
y hay que aumentar la prudencia,
porque el más leve desliz,
te puede hacer infeliz
hasta perder la paciencia.

    Nacimos para morir
y es difícil de creer;
mas lo conviene saber
porque va llegando el tiempo
y hay que salir de este templo
en un triste amanecer.

      Y llegado ese momento
que no quiero recordar,
alma y espíritu se van
a donde les pertenece;
por eso, cuando amanece
gracias a Dios he de dar.

Cecilio García Fernández.

No hay comentarios:

Publicar un comentario