lunes, 15 de agosto de 2011

¿Por qué existe tanto ocultismo con las religiones?


   Es muy lamentable el poco interés que hay en nuestros días por los temas religiosos, en cuanto a investigación. El pueblo, en general, se interesa mucho por conocer la historia de las artes, el deporte, las ciencias y todas las reglas y principios de los modernos juegos; pero nadie se preocupa por conocer la verdadera historia de las religiones de un modo inteligente. En tan supremo asunto es de suponer que por los miedos que han metido a nuestros ancestros, ahora el pueblo, incluyendo a los universitarios, temen caer en herejía, y realmente han caído en el extremo opuesto, que es la total indiferencia por temas de tal importancia.

   Con excepción de cuatro almas piadosas; pero sin el mínimo de conocimiento sobre la Palabra de Dios, la generalidad del pueblo solo piensa en la religión cuando nace un niño, una primera comunión y los fallecimientos; pero sin creer en absoluto en nada de los ritos que los sacerdotes celebran.  Quien así actúa no debe de llevar el nombre de cristiano, pertenezca a la denominación que pertenezca, porque no creen en los dogmas de la iglesia. Solo blasonan de lo que ellos toman como religión, y solo toman lo que les conviene, y el resultado de este credo, flojo e inseguro, es la gran indiferencia que existe, rayana en la incredulidad.

   Por suerte, después de las mejoras introducidas por el Concilio Vaticano II, existen hoy en día un buen número de católicos que se preocupan por lo más esencial de su religión, personas cuyas aspiraciones y deseos espirituales no son satisfechos, originando dudas que no se atreven a abrigar por temor a caer en herejía. Haciendo el asunto personal:  ¿No es cierto, amigos lectores?. que quisierais tener la seguridad absoluta de vuestro destino al abandonar éste mundo, apartando de tu vista el terrible espectro del purgatorio, acerca del cual tenéis fundadas dudas con sobrada razón?

   Tener confianza en Cristo y leer los  evangelios. No existe tal purgatorio. Esto ha sido solo un invento humano por intereses inconfesables. De ser cierto tal purgatorio allí te quedarías para toda la eternidad, pues no hay ni habrá en el mundo hombre alguno que te pudiera sacar de semejante antro Pregúntale a tu párroco cuántas misas o funerales son necesarias para sacarte del pozo en que pretenden meterte. Te aseguro que no vas a tener respuesta, es todo una farsa.  Jesús solo habló de Cielo e Infierno y ya está bien, no hacen falta más castigos para los que no han creído en el único y verdadero Salvador.

   Todos hemos faltado bastantes veces a las leyes divinas, y ¿quién se atreverá a rehusar la ayuda que ofrece la religión en asuntos del alma?

   Hoy, hasta el más llamado incrédulo te dice: hombre yo creo que algo debe de haber; pero….y seguidamente te cita alguno de los fallos que inventó la Iglesia Católica, y que no admiten: Confesión auricular, donde nos han hecho preguntas hasta groseras. Penitencias absurdas, en las que nadie cree, procesiones  con imágenes diseñadas y realizadas por artistas, para pedir por necesidades que pueden ir hasta contra la voluntad de Dios.

    Está el mundo lleno de incrédulos que aceptan las costumbres y hábitos de la Iglesia Católica solo por quedar bien con el mundo, del cual ellos mismos, sin saberlo, forman parte. Los sacerdotes saben y conocen bien este tema; pero, asisten al templo, hacen el papel y sobre todo, pagan religiosamente. ¿Quién da más?

   Amigo incrédulo: ¿Verdad que jamás te ha convencido la incredulidad?. Es imposible negar la existencia de Dios  ante un universo ordenado con sabiduría.

   Por eso, aunque que estás viendo cantidad de lagunas en tu iglesia Católica Romana, las aceptas, - me refiero a los que asisten los domingos a misa-.Te han dicho que fue la que Cristo fundó, es la de tus abuelos y padres. ¿Dónde hallar otra mejor?

   Tienes razón amigo, ¿acaso te va a salvar la religión budista, como algunos pretenden, cuando tenemos el cristianismo en casa; y esas lagunas que ves en el cristianismo no provienen de su primitivo origen, como se demostrará seguidamente, sino del polvo y del barro del camino que la religión cristiana viene arrastrando en el transcurso de los siglos.

   Seguramente, lector (a) no te hayas dado cuenta todavía de la gran cantidad de estos elementos que entran en el arroyo que se llama Iglesia Católica Romana.

Hagamos un pequeño examen: 
   ¿Meterías tus ahorros, amigo lector, si es que los tienes, en algún banco de cuya solvencia no estuvieras seguro; y, aun después de esto, continuarías vigilando las operaciones de dicha entidad para esegurarte de que ningún peligro amenaza tus intereses?

   En cuanto a la salvación del alma, ¿no debemos examinar seriamente si la fe que profesamos es la que Dios quiere, y la que puede llevarnos con toda seguridad a la felicidad eterna?

   Las enseñanzas de Cristo, sus milagros, su resurrección de entre los muertos y la sinceridad de los santos apóstoles, sellada con su sangre, son cosas bastante bien garantizadas por la Historia y la experiencia cristiana para que nadie pueda negarlas.
 
La Iglesia primitiva y otras iglesias:
   Cristo estableció su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles, pero tienes que llegar a darte cuenta –si no te la estás dando ya a medida que lees el Nuevo Testamento—que aquella no era la Iglesia Romana, sino una Iglesia muy diferente de ésta, en muchos sentidos y aspectos.

   Aquella Iglesia Apostólica podía llevar con razón el título de Católica o Universal, porque agrupó en sus principios a todos los verdaderos cristianos; pero tras una enconada disputa acerca de la supremacía de los obispos, se formaron diversas ramas del cristianismo, agrupándose unas iglesias alrededor del obispo de Roma; otras, alrededor del patriarca de Constantinopla, y otras independientes de una y otra jurisdicción.

   Que la salvación de las almas dependa la adhesión personal de una u otra de estas ramas es el colmo del partidismo y del absurdo.  No hay ni una de Cristo que autorice semejante principio. La salvación y perdición del alma, en el Evangelio, se hace depender, no de la adhesión exterior a una iglesia, que nada cuesta, sino de la doctrina que domina la conciencia y la vida.

   Cualquier desviación de las enseñanzas recibidas por revelación divina es un pecado grave, del que no solo las autoridades religiosas, sino cada creyente, somos responsables, desde el momento que nos percatamos de ello   Por esto, la unidad de la Iglesia es y será imposible en tanto exista alguna desviación de las doctrinas de Cristo; pues el cristiano sincero sacrifica todos los reparos de conveniencia y de tradición ante la pureza de la fe.
 
Cómo tuvo lugar la transformación del cristianismo:
Dos grandes fuerzas obraron en la elaboración del tipo de cristianismo católico-romano.

   Primeramente, las doctrinas puras y evangélicas por el Divino Maestro y sus apóstoles durante las primeras décadas de nuestra Era.

   En segundo lugar, la religión sacerdotal pagana.

   Esta mezcla se hizo poco a poco, siendo la principal causa de ello la introducción en la Iglesia de multitudes convertidas solo de nombre por seguir las corrientes del siglo. Estas, echando de menos las costumbres de sus iglesias paganas, influyeron en la introducción  de ritos y ceremonias de su culto a las que se dio un giro y aplicación cristiana.

La influencia pagana en la historia del catolicismo romano es reconocida por los mejores escritores católicos. El catedrático.  A. Boulanger, en su Historia de la Iglesia (libro de texto de algunos Seminarios católicos), página 135, y bajo el epígrafe 92, “Servicios prestados por el Estado a la Iglesia”, dice:  “El Estado debe mucho a la Iglesia, pero la Iglesia a su vez debe no poco al Estado…..El cristianismo hereda del paganismo sus privilegios e inmunidades. Los sacerdotes disfrutan de la inmunidad fiscal, o exención del pago de impuestos y cargas públicas, y adquieren el privilegio denominado fuero eclesiástico..

   Y lo peor no es solo que sufrieron merma en el transcurso de los siglos la espiritualidad sencillez del culto cristiano, sino que la misma doctrina experimentó un cambio espiritual con la invención de nuevos dogmas, como los que en nuestra misma época fueron producidos después de siglos de discusión entre las más destacadas personalidades del Catolicismo Romano. Tales dogmas son por lo general favorables a los intereses materiales de la Iglesia, pero muy perjudiciales a la pureza de la fe, al crédito de la religión y a la salvación de las almas.

Voy  a considerar algunas de las doctrinas nuevas o modificadas, señalando:
   Lo que la Iglesia enseña en la actualidad.
   Lo que dice el Evangelio respecto al mismo asunto.
Lo que los santos padres de la Iglesia creyeron y predicaron referente a las mismas doctrinas.
El testimonio de los santos padres es abundante; pero no podemos dar sino unas pocas citas para no extenderme más.
 Para todo cristiano puro lo decisivo debe de ser, en materia de fe, las enseñanzas de las Santas
 Escrituras, y no apoyándose en testimonio de hombres que pueden equivocarse, por más piadosas que sean, es en gran manera ver lo que creían aquellos santos varones de los primeros siglos para confirmar en la fe que debemos poseer.

      La contradicción a una creencia o doctrina, de parte de cristianos fieles de los primeros siglos es prueba lo bastante clara de que tal doctrina no pertenecía al legado común apostólico, aunque otros padres lo apoyen y defiendan ya que ciertos errores se originan bastante temprano en la Iglesia, pero por lo general, no tuvieron tales errores la aceptación universal de las sagradas verdades de la fe, como, por ejemplo: la muerte redentora de Cristo, su resurrección, su ascensión a los Cielos, y la esperanza de su segunda venida; sobre tales cosas no había discusión entre los cristianos.
  

                                                                                 Cecilio García Fernández
  
                                                                                  

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