lunes, 15 de agosto de 2011

¿Por qué nos han engañado, privándonos de leer la Santa Palabra de Dios, única verdad?

Como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Romanos 5:18

Cristo y Adán
Leer Romanos 5:15-21

      Adán y Cristo se encuentran cada uno a la cabeza de una generación humana. Esas generaciones son los dos grupos en los cuales puede dividirse la humanidad. Todo ser humano pertenece o bien a Adán, cabeza de una generación caída en el pecado, o bien a Cristo, cabeza de una generación justificada. Las consecuencias de lo que hizo Adán valen para los integrantes de su grupo y el resultado de la obra de Cristo vale para los integrantes del suyo.

(La herencia de Adán fue para toda la humanidad. La de Cristo también lo fue; si bien hay que puntualizar que para que se cumpla la de Cristo hay que nacer de nuevo –cambiar los pensamientos- y aceptarle como único y absoluto Salvador y no hay otra solución)

   Hay una diferencia entre los versículos 18 y 19. El 18 afirma que todos los hombres están bajo condenación como consecuencia de la acción de Adán. Pero todos también pueden ser justificados por la obra de Cristo. El resultado de ambas obras concierne a cada ser humano, tal como queda expresado entre paréntesis mas arriba.

   Pero el versículo 19 no dice “todos los hombres”, sino “los muchos”. Aquí dice a quienes se aplican las consecuencias de lo que hizo Adán o de lo que hizo Cristo. El que integra el grupo de Adán ha sido constituido pecador. El que integra el grupo de Cristo ha sido constituido justo. 

   Para nosotros los creyentes en Cristo Jesús –exclusivamente--, el pecado ya no reina para muerte, sino que la que reina es la gracia. (No por obras, para que nadie se gloríe) Observemos bien que la gracia reina por la justicia, no es que Dios hiciera como si el pecado ya no existiera. Recibimos gracia porque la justicia de Dios fue satisfecha y, por consiguiente recibimos la vida eterna.

   En Romanos 7:20 dice: Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21- Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.

   22 – Porque según el hombre interior, me deleito en la Ley de Dios; 23 – pero veo otra ley en mis miembros, que se revela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado+ que está en mis miembros. 24 - ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 – Gracias doy a Dios, Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.

   Romanos 8:1 – Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

   Cuando recibimos a Cristo como nuestro único Salvador, en el momento que lo aceptamos, confesándolo con nuestra boca, que es, en concreto, una petición u oración de aceptación y perdón y arrepentimiento, comprometiéndonos a entregarnos a él, para servirle, y él nos concede  el Espíritu Santo, si se lo pedimos, para que more en nosotros y él es quien nos va a ayudar, entre otras muchas cosas, a recordarnos cuando pecamos, ya que nadie se puede librar del pecado de la carne y del mundo en el que vivimos, así como de los dardos del mismo Satanás, que tuvo poder para tentar a Jesús. Satanás no conoce nuestros pensamientos; pero conoce las debilidades del hombre y por tanto nos tienta, mete en nuestra mente pensamientos pecaminosos; pero no podemos ampararnos en esto, ya que Jesús, solo Jesús nos libra del  poder del maligno, si se lo pedimos con fe. Saber que la fe es el resorte que todo lo puede. Sin  fe somos como marionetas en manos del mundo y del mencionado Satanás. Sin fe no podemos tener amor, ya que el amor no viene de nosotros sino de Dios.

   Que sencilla es la Palabra de Dios si la leemos con fe. Con fe nada tenemos que temer. Con fe, Satanás es un muñeco en nuestras manos ya que somos hijos de Dios y no tiene poder para hacernos daño; para tentarnos sí; pero la Sangre, la Cruz y la Resurrección de Jesús  nos liberaron del mal y gozamos de todo el poder de Dios para vencer ser libres y vencer el mal.


San Martín de Podes Junio 21007
Cecilio García Fernández

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