sábado, 13 de agosto de 2011

PROVOCACIÓN

      Los senos de las mujeres

Dios los puso de sustento
para alimentar, no miento,
más no para exhibiciones
que alteran los corazones,
de todo aquel que está hambriento.
      Los senos dan buena leche
para alimentar los hijos;
más hay muchos entresijos
que debemos resaltar;
porque es muy malo ocultar
lo que se hace, y no se dijo.
      Los senos de las mujeres
no son para exhibiciones,
pues arrastran tentaciones
con muy malas consecuencias,
porque otras, por sus carencias
pueden entrar en rencores.
      La carne es la tentación
que debemos de ocultar;
porque es malo resaltar,
todo lo que abulta y crece,
pues la mujer se envanece
si alguien se acerca a mirar.
      Tapa tus carnes amiga
y sube un poco el escote,
porque el hombre con bigote
puede deslizar su mano,
y más tarde o más temprano,
puede retoñar un brote.
      No ciñas tanto tus ropas
ni marques tanto tu encanto,
pues solo Dios sabe cuanto
haces sufrir a los hombres,
y pueden manchar sus nombres,
sin saber como ni cuando.
      Viste con moderación,
pues mañana está esperando,
un hombre, que por tu encanto,
se entregará en los altares,
y eso se hace hoy a millares;
aunque lo estés ignorando.
      La mujer, si está casada,
debe de ser muy prudente,
porque es perversa la gente,
y si abundas en destapes,
van a empezar los combates,
aunque seas inocente.
      Afloja un poco la falda
pues tus pasos son pequeños,
y no tengas malos sueños,
y si alguien te da un reproche,
no digas, ¡que mala noche!
porque la vida es un sueño.
      Toda la prudencia es poca,
te lo dice un viejo astuto,
y no le tengas por bruto,
porque los años enseñan
a vivir, sin contraseñas,
pero siempre siendo astuto.
      Viste como manda Dios,
y olvídate de las modas,
y al marido no incomodas,
ya que el ojo traicionero,
es igual que el mal agüero
que por poco se incomoda.
      No vistas con pantalones
como quien calza una bota;
ni digas que eres devota,
de una imagen de madera,
que la fabrica cualquiera,
desde los pies a la boca.
      No provoques con tus ojos,
pues hay miradas que matan,
y al más incauto arrebatan
y clama con desconcierto:
¡que diga Dios si no es cierto,
que hay ojos que nos maltratan!.
       Que la Tele no nos tiente,
a los  jóvenes y a viejos;
que aunque haya muchos pellejos,
la mente anda muy despierta,
y el Diablo abre su puerta
y nos da malos consejos.
      Eva nos metió en el mal
y Jesús vino a salvarnos;
por  eso, debemos darnos,
consejos de gran valor,
porque quien sufre el dolor
no es el que clavó los dardos.
      Que la carne no nos venza,
por mucha carne que sea,
y al subir  nuestra marea,
hay que guardar bien la ropa;
pues si hay una ola loca
la  cosa  se  pone fea.

Cecilio García Fernández.
 


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