sábado, 13 de agosto de 2011

¿Puede el hombre alcanzar la felicidad en la tierra?

   Aún los no creyentes o ateos tienen que reconocer que la multitud de malos pensamientos  y defectos que son propios del ser humano, nos privan de la felicidad. Podemos estar unos momentos  “creyéndonos” felices como, por ejemplo, cuanto tenemos un triunfo deportivo o cualquier otro éxito, todos efímeros; pero si somos sinceros todo se esfuma rápidamente.

   No vale negar, o no admitir la existencia de Dios. La verdad todos la sabemos en cuanto a la posesión del mal en nuestra mente y corazón. Ya de muy pequeños andamos cargados de envidia, que equivale  a desear lo bueno para nosotros, y nos come la “carroña” cuando otro niño recibe más halagos que nosotros. Las “rabietas” del niño están a la orden del día, con razón o sin ella. La envidia es tan grave que es un deseo irrefrenable de desear al otro todo el mal posible, llegando hasta dar la muerte a quien envidiamos.

   Según vamos desarrollando nuestros demonios van desarrollando, y para indicar solo unos pocos defectos, recordemos, la avaricia, el rencor, el odio, la lascivia, homosexualismo y todas clase de desviaciones que nos arrastran a entregarnos a las múltiples drogas, separación de matrimonios, mal trato, siempre del más débil, guerras, terrorismo, enfermedades que no hay médico que las cure porque no conocen las raíces del mal, que casi siempre son causa de problemas del alma. Esa asignatura es la gran desconocida incluso para los especialistas de la mente. Ellos te hacen un montón de preguntas, y como todo el mundo tiene problemas, tiran de receta y vuelva Vd. Dentro de dos meses para decirme como va, y punto y seguido.

   Señores ateos, y Señores y Señoras que adoran imágenes por millares, Dios existe, cambia vidas y te hace ver, sentir su presencia. Tengamos comunión, contacto diario con Él. No es un extraterrestre, ni un ser extraño, Dios nos creo y nos conoce a todos, envió a su hijo para perdonarnos todas nuestras maldades, a los que creemos en Él y le reconocemos como nuestro Salvador. Por eso ÉL DIJO: Arrepentíos y seréis salvos.

   Leer la Biblia debería de ser obligatorio, luego creer o no creer es otra cuestión. Los Proverbios son una fuente de sabiduría. ¡Quien los pudiera memorizar!

   Para ser feliz transformemos nuestros pensamientos. Borrémoslos del disco duro y carguemos la mente de la Palabra de Dios. Los sentimientos, el alma, son el fruto de nuestra mente. La presión o estrés al que todos estamos sometidos es por la suma del egoísmo, más la ambición, el “todo es poco”, “lo que vale es el dinero” y el suma y sigue.

   La vida no es larga ni corta, solo se vive un momento, el presente. El pasado ya pasó, maña no sé si existirá para mí. Por eso hay que estar preparados para ese tiempo que nos va a tocar vivir en uno de los dos lugares que tenemos reservados todos los mortales. No olvidar que vivimos metidos dentro de una funda, como la culebra y miles de seres que cambian de caparazón. No pretendamos ser más sabios que nuestro Creador. ¡No, no hubo ninguna explosión ni pertenecemos a la raza de algún simio!  El simio también fue creado, no es ningún extraterrestre.

   Metamos en nuestra mente la palabra PERDÓN; pues ella nos lleva por el inicio del único camino para ser felices y poder obtener el perdón tan deseado y que pocos alcanzamos, debido a los engaños de adoradores de imágenes de madera, echadores de cartas, brujas, adivinadores y toda una farándula del malhechores que confunden a todos los que no quieren reconocer que solo existe un Dios y que Su Palabra Verdadera y Bendita esta escrita en un sencillo libro que llamamos La Biblia.

Quien se entrega a Dios en cuerpo y alma, reconociendo que solo hay un Salvador, Cristo Jesús, que vivió con nosotros, solo hace cuatro días, y que, es el único, sin duda alguna, que puede vaciar nuestro mencionado “disco-duro” y llenarlo de Palabras sabias que son el mejor legado que Dios nos pudo dar.

Cecilio García Fernández

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