sábado, 13 de agosto de 2011

¿Qué eliges tú, que tanto crees saber?

      ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?. Si el Señor es Dios, seguidle.  1 Reyes 18:21

      Y si mal os parece servir a Dios, escogeos hoy a quien sirváis.  Josué  24:15.

En el transcurso de nuestra vida son muchas las decisiones que podemos tomar: La profesión, la futura esposa, el lugar donde trabajar y residir, los amigos, nuestros centros de recreo, deportes etc.. Naturalmente que si nos equivocamos pagaremos las consecuencias, como me ha pasado a mí con un grave accidente de bicicleta, que por unos meses me envió a una silla de ruedas, sin poder mover pies y manos; pero todos estos problemas son pequeños ante la principal decisión que todos debemos tomar en la vida:

      Dios nos propone una decisión a la cual no tenemos derecho a equivocarnos: “Os he puesto delante, la vida ó la muerte”, la bendición ó la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú…amando al Señor tu Dios, atendiendo su voz, y siguiéndole a él. Deuteronomio  30:19-20.

      La gracia de Dios es una realidad; `pero no nos exime de nuestra responsabilidad de obedecerle.  El Apóstol Pablo nos dice en Hechos 17:30-31 no es solo una elección que debemos de hacer, sino una orden a la que debemos de obedecer  Y escribe a los Romanos 10:16 No todos obedecieron el Evangelio.  Juan 3:36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; más el que no obedece al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él.

      Cuando se nos estropea un aparato electrónico, eléctrico, ó mecánico  para el uso de nuestras necesidades, recurrimos a un especialista, tal como nos indica la firma correspondiente. Jamás debemos de llamar a un "chapuzas”, porque seguro que nos iba a salir cara la reparación. ¿Por qué no nos hacemos preguntas como éstas, para comprender bien lo que somos y quién nos hizo?. El que formó el ojo, ¿no verá?. El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó nuestra mente. ¿No conocerá nuestros pensamientos?. ¿No puede curarnos el que nos ha hecho?. ¿Puede cambiar nuestra forma de ser, de pensar y actuar quien nos creó?. ¿Por qué, entonces, llamamos a un falso maestro cuando tenemos algún problema en el alma?.

      Cuando un mal técnico me pregunta que es lo que le pasa a mi ordenador, solo sé decirle: Ven a verlo que yo de estos asuntos no entiendo nada. Varios salmos de David afirman: “Has entendido de lejos mis pensamientos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda”. “Desde el Cielo mira el Señor; ve a todos los hijos de los hombres: desde el lugar de su morada observa a todos los moradores de la tierra”. Salmos 139:2 y 4; 33:13-14.

      Orar es contarle a Dios nuestras penas, alegrías y todos nuestros problemas, para que nos guíe, nos oriente y nos aconseje, como solo él lo sabe hacer, y darle gracias por todo.   Es hablarle, porque tenemos la absoluta certeza de que nos oye y conoce todos nuestros problemas. No importa que sepas expresarte bien o mal, ya que nos podemos poner en contacto con él, sin pronunciar una palabra, solo con el pensamiento es suficiente. Dios no es un tronco de madera seco, tallado, en el que tantos millones de seres, inocentes sin conocimiento de la Palabra de Dios, depositan en ellos toda su fe.

Dios nos habla por su Palabra, la Biblia, y nosotros le hablamos por medio de la oración. Nuestro Señor Jesucristo es el único intermediario, entre Dios Padre y los hombres. Cuando nosotros aceptamos a Cristo como nuestro único salvador, y nos arrepentimos de nuestra vieja vida pasada, desde ese mismo momento, si actuamos con sinceridad, Dios nos envía el Espíritu Santo, tal como prometio, y ocurrió en el día de Pentecostés.  Las promesas de Jesús se cumplen todas y quien no acepta a Jesús tiene que aceptar a Satanás. No hay otra solución.

      El que cree en mi Palabra y la cumple, será salvo, dijo Jesús.


                                                                        Cecilio García Fernández

No hay comentarios:

Publicar un comentario