viernes, 12 de agosto de 2011

RECONCILIACION

RECONCILIACION CON CRISTO


        Colosenses 1:15-16. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la Creación;  porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue cree una religión, pues religiones hay muchas, todas con su jefe; pero nosotros estamos aquí, bajo el poder de ésta religión que fue fundada por hombres cientos de años después de la muerte de Jesús. Él ya anunció a los apóstoles todo lo que iba a suceder después de su partida, y efectivamente así está sucediendo; pero su Palabra no se cansa de repetirnos que llevemos su yugo sobre nosotros, aprender de mi que soy manso y humilde de corazón.

       En Jesús, y solo en él, está toda la Plenitud,  la Preeminencia, pues es el Creador de todo lo que existe. Sin él no puede haber vida. Él es el Alfa y la Omega, Principio y Fin de todas las cosas. Cuando Jesús habló con Su Padre y le dijo, refiriéndose a los Apóstoles: Yo les he dado Tu Palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Santifícalos en Tu Verdad; Tu Palabra es Verdad. Como vemos, Jesús nos muestra con toda claridad lo que es el mundo. Todo aquel que no está en Cristo, que no lo acepta,  que no se rinde a él, ese es del mundo;  luego no creamos en religiones que solo son negocios de hombres, que con su poder arrasan y sirven para poner una valla infranqueable entre Dios y los hombres; excepto, si arrepentidos nos rendimos a Cristo, pidiéndole perdón; porque Dios siempre perdona al arrepentido, sin importar la gravedad del pecado; ya que  lo que nosotros llamamos pecados, graves ó leves, todos son iguales ya que los dos tipos de pecado nos separan de Dios; luego si yo no puedo entrar en la casa de mi Padre, poco importa la causa, por ese motivo, Dios perdona igual, y con el mismo amor, a quien cometió un delito que al que cometió mil. Ésta falsa idea de la gravedad del pecado nos la introdujo la Iglesia Católica, poniendo “penitencias” de acuerdo al pecado confesado.

       Olvidémonos de ritos, costumbres y hábitos, que nos aparta de Jesús. Busquemos  a Dios, a través de Cristo, pues no hay otra solución para el hombre. Naturalmente que Jesús pide mucho, porque nos pide un cambio total de comportamiento. Nos pide amor para el enemigo, bendecir a los que nos maldicen y éstas cosas no se pueden lograr de un día para otro.  Éste cambio no es posible realizarlo, sin la ayuda de Dios, Padre Hijo y Espíritu Santo; pero entregándonos a él, orando, ayunando y meditando. No se trata de un arrepentimiento momentáneo, sino muy profundo y sincero. Engañar a los hombres es muy fácil; pero engañar a Dios es imposible.

       Jesús trae paz al alma y la presencia del Espíritu Santo es tan fuerte y real, en la vida del auténtico creyente, que resulta casi imposible poder dejar a Jesús. Comprendo que quien jamás ha tenido una experiencia con el Espíritu Santo le resultará difícil creer lo que digo; pero esto pasa en todos los campos, ya que hace unos cuantos años, si nos hablaran de poder ver, oír y hablar con un familiar que está al otro lado del mundo nos dirían que soñábamos, que estábamos locos; pero hoy es una realidad; luego, las cosas del Señor, solo las conocen quienes las viven, las siente y participan en ellas; por eso murieron tantos hombres en las hogueras y en las garras de leones, porque sabían en quien creían.

       El Universo funciona  matemáticamente, sin un fallo, porque el Creador siempre conoció las matemáticas; pero muy superiores a todo lo que nosotros conocemos. El hombre va descubriendo lo  que ya existe, como el cuerpo humano; pero ¿cuántos años han tenido que  transcurrir para que nos diésemos cuenta que muchos de nuestros miembros pueden ser implantados?. ¿Alguien sabe lo que nos queda por descubrir, en todas las ciencias existentes?. Sabemos que avanzamos; pero no sabemos hacia dónde vamos, ni como, ni cuando. Solo Dios sabe todas las cosas.

       Todo cuanto existe fue creado por una Palabra. Todo lo que tiene principio tiene fin; pero la Palabra de Dios jamás dejará de ser. Por ella fuimos hechos y por ella viviremos. Ese hombre sencillo, humilde, que se llama Jesús es al único que tenemos que adorar. Adorar a un hombre pecador, ya que todos lo somos, es una de las mayores ofensas que podemos hacer a quien sustenta a toda la humanidad.    

Cecilio García Fernández    

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