sábado, 6 de agosto de 2011

SAN MARTÍN DE PODES

      Cuando por la noche duermo
Sueño con mi San Martín,
Porque lo llevo en el alma
Desde que era un “rapacín”.

     Sueño que ando por caminos
Por prados y por veredas
Por caminos vecinales
Con mis pesadas “madreñas”

      Soñé que iba a cortar leña
Porque no existía el carbón
Y siempre iba al Monte Oscuro
A por cañas de ocasión.

     Soñé que me perseguían
Porque yo era un gran ladrón
Que me metía en lo ajeno,
 Aunque tuviese razón.

     Soñé que no tenía padre
Porque estaba en la prisión,
Y mi madre era una esclava
Luchando por su razón.

     La razón eran sus hijos
Que sufrieron el dolor
Por una guerra maldita
Que destrozó mi ilusión.

     Aunque estoy metido en años
No he perdido la razón,
Y doy gracias por la vida;
Al Ser que me la donó.

       Mi madre se fue muy joven;
Sufriendo por tanta lucha
Por mantener cinco hijos,
¡y ahora ninguno la escucha!

      Ella jamás llego a verme
Libre de toda estrechez;
Pero sé que allá en el Cielo
Todo se aclara y se ve.

     Es el precio de la vida
Que se paga con la fe,
Porque en la tierra se mira,
¡Se mira; más no se ve!

      No ven los ojos del cuerpo
Porque todo está manchado;
¡Más ven los ojos del alma
Si nuestra alma se ha humillado!

     Dios bendiga a mis vecinos
Que hoy viven en San Martín
Sobre todo allá en La Granda
Desde el principio hasta el fin.

      Que bendiga a los del Campo,
El barrio que está lindando,
Que empieza en Casa de Alonso,
Y termina en la de Armando.

      En la Casa de Lloreda
Muy cerca de la Capilla,
Siempre me daban la llave
Para doblar mi rodilla.

     Pues como era Sacristán,

Siempre rezaba el Rosario

Y ayudaba a Don Francisco,

El mejor del vecindario.

      Desde, Casa de Genaro,
Hasta, Casa de Xuanón,
Siempre hablaré bien de todos
Porque me sobra razón.

    Vecinos de La Reguera,
Gente de gran corazón,
Ahí tengo un buen amigo
Que se llama Juan Ramón.

    Mis saludos a El Otero,
Sobre todo a Bernalduco,
Y a Josenín de Medero,
que es callado; pero astuto

     No vender vuestros terrenos,
Los que están cerca del Mar
Que valen una fortuna
Que nadie puede pagar.

      No os vender por dinero,
Buscar siempre la razón
Que es el tesoro más grande
Que guarda un buen corazón.

      Que ésta “pretendida compra”,
Fruto de alguna ambición,
Que no cause enfrentamientos.
¡Luchar con mucha ilusión!

      Que nadie invada las tierras
Por el maldito dinero.
Luchar siempre por la unión
Del último hasta el primero.

Cecilio García Fernández

   

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